La rana, la rana vulgar y corriente, comparte con la bicicleta su extraordinaria dificultad de ser dibujada. Prueben si no. Ofrezcan a sus amistades papel y lápiz durante alguna sobremesa y amenícenla con inagotables risotadas. En un principio casi todos se negarán, pues dibujar en público una rana produce en el adulto tanta vergüenza como expulsar gases (hablamos de público educado, por supuesto); pero si insistimos convenientemente o hasta llegamos a la amenaza, nadie dejará de plasmar su obra para regocijo de todos. Traemos a colación unos pocos ejemplos del pasado experimento veraniego: Para finalizar por hoy, presentamos la asombrosa: