Revista Decoración
Es difícil explicar por qué una obra te enamora, te cautiva o te impacta. Como en el amor, "el corazón tiene razones que la razón no entiende" y eso debe pasarme a mí con el arte. Hay piezas que logran emocionarme pero que no podría definir con palabras. Mi último flechazo ha sido la obra de Charlie de Navarro. Lo conocí gracias a mi compañero Falo, mi mayor descubridor de talentos y fuente inacabable de proyectos interesantes, además de un excelente profesional. Me pasó su página web y me bastó un vistazo para saber que ya estaba enganchada.
Me apasiona la obra de este joven artista a punto de concluir la carrera de Bellas Artes y de iniciar su andadura como ilustrador freelance. Un camino que le auguro lleno de éxitos.
Recopila fotografias de moda, selecciona aquellas imágenes que más le llaman la atención y las dibuja "como forma de conocimiento y de reflexión sobre el cuerpo y el conflicto de identidad que constantemente sufre la sociedad contemporánea con respecto a la acción de vestirse y la problemática del narcisismo", así define su trabajo. Dibujos que luego son para él objetos fetiche al igual que la ropa. En la primera foto vemos a la modelo Anna Tatton y en la siguiente al diseñador David Delfín.
Supongo que los artistas no piensan en decoración cuando realizan una obra, pero yo no puedo dejar de ver el potencial de la obra de Charlie en el mundo decorativo. Tanto en casa como en proyectos profesionales, estos personajes que emergen del papel pintado me fascinan. He dejado para el final uno de mis preferidos. Puro dibujo, pero con algo más. Así es para mí la obra de Charlie. Capaz de emocionarme desde la sencillez. Sin duda, tiene algo especial.