Como meros observadores del psicodélico escenario que nos pintan a todas horas para no dejarnos respirar y mantenernos inquietos, esos animales con capacidad criminal que siguen tirando de las pesadas cadenas desde sus refugios inaccesibles, anteriormente lo hacían con finos hilos de algodón y oro de color, vamos a sostener una opinión, aparentemente inocua e irrelevante debida a la alta temperatura mediática que soportamos, que es la siguiente:
El terremoto en Haití, la salida encandilada de los "USAdos" y rápida de Afganistán y algún evento venidero, que seguro vendrá, no es ningún acertijo ni ninguna apuesta y arrieritos somos y en el camino de lo que suceda nos veremos, sin esgrimir razones inverosímiles que sea nuestra intención alarmar, sino el anuncio y principio de una serie de cortinas de humo para que las masas con aterradora sordidez se miren unos a otros con pena y el convencimiento de sentirse afortunadas, mientras los cocineros nos preparan otro plato apetitoso, exquisito para ellos, pero para el vulgo sin ningún sabor, que no sea el de echarlo por la borda como vomitivo que será.
Quieren salvarnos e impedir que nos podamos atragantar con la verdad que no sea la fabricada por ellos mismos, especialmente cuando vemos que los talibanes llevan gorritos de colorines y pañuelos estampados enrollados en la cabeza, pero ninguno con la típica mascarilla de marras en la cara, y según tenemos entendido piensan y están convencidos que eso del "coronavirus" con ellos eso no va, dado que en teoría son terroristas y cuidadín, cuidadín con imponerles tonterías, pues responden con agresividad, lo que nos hace sospechar que éstos nuevos protagonistas de los telediarios están hasta la barba, la ceja y la "meca" islámica de tanta majadería, al igual que sucede en Haití que no se ve a un autóctono con el tapabocas, pero si desgraciadamente descalzo, sin nada y con hambre, sin dejar de añadir que en ninguno de los dos pueblos aludidos hay signos de Covid, aunque si de las tradicionales gripes estacionales, que desafortunadamente también matan.
Piensen y razonen, y después nos bloquean si no quieren escuchar más sermones de lo que representa la estrategia convenida y entregada a la pandemia del consumo, que alinea y enriquece a los más atrevidos que siguen paseando sin que nadie les demande y juzgue, por ahora.
Ahora es demasiado tarde y ya es superfluo advertir que no hay que dejarse intimidar, primero porque realmente existe un virus que va de aquí para allá, y que se alimenta de quienes intentan controlarlo con vacunas que a día de hoy no se conoce si hacen daño, aunque muchos inhicionistas de la medicina siguen diciendo que sí, pues el grafeno es un añadido a voluntad en la farmacopea antiviral.
Lo veremos este otoño, estación que doblegarà el entusiasmo de los más débiles y aquellos con patologías difíciles de esconderse.
Nada más. La libertad comienza cuando concluye la de estos voceros que no tienen que estar por secundar errores, consentir que se cercenen libertades y exhibir lo que sucede por ahí que no es baladí.