Suele decirse, con razón, que la realidad es de ordinario refractaria a las preconceptualizaciones. Es decir, a los prejuicios, básicamente ideológicos, o -si se quiere hablar de comunicación pública- resulta que la misma realidad política suele ser tozudamente refractaria a no pocas de las promesas políticas.
Es ejemplar el artículo breve de Luis María Anson (Zapatero hace lo contrario de lo que decía) sobre algunas de las promesas y los hechos -las decisiones políticas- de Rodríguez Zapatero ponen de manifiesto el cúmulo de contradicciones al que puede llegarse en breve tiempo:
Afirmó que nunca haría una reforma laboral contra los trabajadores. La ha hecho y con huelga general incluida. Aseguró que no congelaría las pensiones; que jamás alzaría la edad de jubilación; que mantendría los 420 euros suplementarios del paro; que nunca privatizaría las empresas nacionales; que prolongaría el cheque-bebé y el cheque-vivienda; que no subiría los impuestos…
Y que impediría la escalada de los precios de productos básicos. También aquí Zapatero ha hecho lo contrario de lo que decía. Ha subido, albarda sobre albarda, la luz en casi un 10% sobre lesivos aumentos anteriores, un 43% en los últimos tres años. Ha permitido que el gas escale un 3,9% más, el AVE un 2,3%, cercanías un 3,1%. Con casi de 5.000.000 de parados y la crisis en pleno zarandeo popular, el bolsillo de los españoles deberá sufragar las crecidas de precios, amén del despilfarro de las tres Administraciones, la central, la auto-nómica y la municipal, porque continúa el derroche, incrementado con unas empresas públicas deficitarias, muchas de ellas sin otra utilidad que la colocación de parientes, amiguetes y simpatizantes de los partidos políticos. (...)
Sigue vigente aquello que "del dicho al hecho hay un trecho". En este caso presentado por Anson, sorprende por lo espectacular.