¡Al fin llegó el 24 de Diciembre! El día más esperado del año… en el que uno se reúne con la familia, los amigos y los niños reciben sus regalos… el día en que nació Jesús, allá, hace unos cuantos miles de años, en un pesebre.
Cuando era chica, Papá Noel no era tan popular. Nosotros esperábamos al Niño Dios. El pesebre era más importante que el arbolito. Mi abuela lo trajo de su España natal cuando tenía 13 años y se escapaba de la guerra con su madre y sus hermanos (ya había perdido a su papá).
Trajo el pesebre como su tesoro más preciado y cada Nochebuena nos contaba esta historia. Cuando tenía 3 años recuerdo haberle entregado al Niño Dios en Navidad mi último chupete. ¡Qué mal me sentía!
Hoy, el día de Nochebuena trabajo como loca, (¡pero feliz!) preparando la comida y dejando la casa limpia y ordenada. Ya hace como 20 años que no voy a misa en Nochebuena, asi que no la extraño… es un día de muchas emociones, un día en el que extraño horrores a mi mamá y en el que se siente (aún más) su ausencia.
Pero también es el día en que todas las familias nos unimos y celebramos. Celebramos la vida, el amor, la dicha de que un año más nos encuentre juntos. Este año tenemos un motivo extra: va a ser la primer Navidad de mi sobrino, el hijo de mi hermana, y ahí estaremos todos felices e ilusionado con que den las doce de la noche.
¡Feliz Navidad para todos!
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