La mañana del día de Navidad suele ser muy particular: nos levantamos tarde, ¡no hacemos casi nada! Las nenas juegan con los regalitos que recibieron la noche de Nochebuena y nosotros nos ponemos felices de verlas jugar.
La mañana de Navidad es corta, sólo unas pocas horas antes de ir a compartir el almuerzo (sin nada de hambre!) a la casa de mis suegros, esa es la tradición. Normalmente hace mucho calor en Diciembre, asi que pasamos la tarde en la pileta…
Pero lo realmente movido es la mañana de la Nochebuena: tengo la cábala de recibir la Navidad con la casa limpia y ordenada, asi que trabajo como loca! Mientras limpio, preparo la comida para la cena, chequeo los mails (siempre hay trabajo de último momento) y aprovecho para saludar a mi gente querida que está lejos…
Debo confesarles que la mañana se me hace eterna y me deja de cama… aunque ya van muchos años que no duermo una siesta, ¡ese día la extraño más que nunca!
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