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Dick Fosbury o el éxito de un saltador diferente

Publicado el 20 enero 2015 por Ireneu @ireneuc

 

Dick Fosbury o el éxito de un saltador diferente

Salto Fosbury

El Salto de Altura es uno de los deportes más representativos de cualquier competición atlética. La plasticidad de los saltos, en que tras una corta carrera saltan por encima de un listón a una altura impensable, los convierte en uno de los ingredientes de cualquier retransmisión televisiva de meetings atléticos o de olimpiadas. Hoy en día, el estilo en que saltan los atletas ya no llama la atención, porque es el que utiliza todo el mundo. Sin embargo, el salto de altura ha evolucionado una barbaridad desde las primeras olimpiadas, teniendo su salto cualitativo más importante en las olimpiadas de México 1968, cuando a un chaval estadounidense se le ocurrió saltar de forma diferente... y se llevó el oro. Se había inventado el salto Fosbury.

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Estilo Tijera

Dedicarse al Salto de Altura, durante la primera mitad del siglo XX era poco menos que una heroicidad. En esta época, en que las mullidas colchonetas de espuma de 60 cm de grosor eran una entelequia sustituida, en el mejor de los casos, por un montón de arena, el hecho de saltar más o menos alto era una cuestión de integridad personal.
Estas limitaciones en la caída hacían que los saltadores o bien saltaran sin coger carrerilla (la castaña contra el suelo era limitada) o bien tomaban cierto impulso y saltaban con los pies por delante, habida cuenta que caer sobre los pies siempre era más agradecido para la salud que clavarse de cabeza como si fuera un geranio. No todo valía para ganar y más si pretendías seguir compitiendo.

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¡Como para matarse!

A pesar de ello, las marcas conseguidas llegaban a los 2 metros -todo un éxito- pero el seguir superando récords estaba limitado al desarrollo de técnicas que, aprovechando el impulso para hacer un salto parabólico lo más alto posible, permitiesen pasar por encima de la barra con los pies por delante. No obstante todo iba a cambiar.

Dick Fosbury o el éxito de un saltador diferente

Dick Fosbury

La generalización durante los años 60 de la espuma de poliuretano permitió aprovecharla para construir colchonetas lo suficientemente mullidas como para recibir sin daños la caída de los atletas tras el salto. Esta tranquilidad -ahora ya no había peligro de partirse la crisma en una mala caída- permitió que, en 1968, Dick Fosbury se inventara un estilo que revolucionó el salto de altura para siempre: saltaba de espaldas.

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Estilo Ventral

A pesar del avance de las colchonetas, tantos años saltando con el miedo habían hecho que el estilo llamado "rodillo ventral" se generalizara en el mundillo del salto y de ahí no los sacabas. Fosbury, sacando su vena "friki", perfeccionó el salto y se clasificó para representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de México 1968, donde ganó la medalla de oro con la marca de 2,24 m. y marcó, a su vez, un récord olímpico.
Con todo, Fosbury no era un gran atleta pero, en este caso, la mejora técnica fue lo que marcó la diferencia.

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Fosbury entrenando su salto

En el Salto Fosbury, después de unas 8 zancadas, el atleta, tras un preciso giro en el momento de elevarse, transforma la energía cinética lineal que  lleva acumulado de la carrera en un salto parabólico de espaldas. Ello implica que la energía del impulso vertical se aprovecha mejor y la distancia entre el cuerpo y la barra es mayor. Asimismo, al pasar por encima de la barra con la parte de atrás del cuerpo, se encuentra con menos obstáculos corporales que puedan provocar un salto nulo. Diferencia técnica que fue captada por todos los demás saltadores ipso facto.

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Fases del Salto Fosbury


A partir de aquel año, los saltadores tomaron en masa la nueva técnica, generalizándose en muy pocos años -el último oro olímpico utilizando el estilo ventral fue en 1976- hasta el punto que, en la actualidad, en la competición oficial, prácticamente nadie salta de otra forma que no sea el Estilo Fosbury. 
Un claro ejemplo de que la diferencia y la novedad, por mucho que nos de miedo a veces, acostumbra a ser la espoleta de nuestra propia superación.

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Dick Fosbury ganando el oro en México 1968


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