Revista Opinión

Dick Kerr Ladies, pioneras del fútbol

Publicado el 27 junio 2015 por Miguel García Vega @in_albis68

dkl_portadaEl próximo domingo 5 de julio se juega la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA, palabras mayores. Bueno, lamentablemente, no tanto. Aquí ni nos hemos enterado, eso que jugaba La Roja. Triste papel, y no solo de las jugadoras, por cierto.

El fútbol femenino siempre ha ido a la contra. Ahora contra el negocio/espectáculo: no hay suficientes patrocinadores porque no hay público; por tanto no hay tele. Y si no hay tele no hay público; y por tanto no hay patrocinadores.

Pero antes fue peor. Les voy a contar la historia de unas pioneras: las Dick Kerr Ladies.

La Primera Guerra Mundial fue también la primera guerra industrial: se enviaban grandes cantidades de hombres a morir en el barro de Francia, y a su vez había que mandar enormes cantidades de material y municiones. Con los hombres solo no daba para todo, así que se incorporaron mujeres a las fábricas para mantener el esfuerzo bélico.

La guerra se alargaba más de lo previsto (siempre lo hace y siempre hay quien se hace el sorprendido) así que para elevar la moral se patrocinaban todo tipo de actividades, incluyendo las deportivas.

Entre las fábricas de municiones el fútbol era el rey, así que empezaron a aparecer por toda Inglaterra equipos femeninos.

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El más famoso y longevo de esos equipos fue el que se montó en la Dick, Kerr & Company, en Preston (Lancashire). Allí, en principio, se formaron dos equipos, uno de hombres y otro de mujeres. Un día, Alfred Frankland, administrador de la fábrica, observaba desde su oficina uno de esos partidos que se jugaban en la pausa del trabajo. Las chicas sabían muy bien qué hacer con el balón y estaban barriendo del campo a los hombres.

Y a Frankland se le ocurrió una idea descabellada: alquilar el estadio del PrestonDeepdale– para disputar un partido benéfico con el equipo femenino el día de Navidad de 1917. En palabras de su nieto, era como pensar hoy día “vamos a montar un partido benéfico, alquilemos Old Trafford”. La broma costaba 20 libras de la época (más de 5.500 € actuales). Se organizó el partido de las ya conocidas como Dick Kerr Ladies contra el Arundel Coulthard Foundry. El resultado fue un 4-0 que presenciaron nada menos que 10.000 espectadores, que vieron como las jugadoras del DKL “sufrieron menos que sus rivales el miedo escénico y entendían mejor el juego. Su juego de ataque era sorprendentemente bueno y una o dos de las jugadoras mostraron un control del balón admirable”, según crónica del Daily Post.

El partido consiguió recaudar 200 libras, 10 veces la inversión inicial.

Formación del DKL el día de su debut.
Formación del DKL el día de su debut.

Pero Frankland hizo mucho más que recaudar un buen dinero. Sacó al fútbol femenino de la calle y el patio de la fábrica para llevarlo a un estadio, con todos los honores. Y las chicas respondieron. Con Frankland como mánager el equipo se profesionalizó. Tras la jornada laboral entrenó a las órdenes de preparadores expertos y se fueron incorporando nuevas jugadoras talentosas; algunas, como Alice Woods -campeona británica de los 80 metros lisos- provenientes de otros deportes.

Su camiseta a rayas negras y blancas -a veces completamente blanca- sus pantalones azules y su característico gorro de lana se hicieron famosos en todo el país. Todos querían ver al Dick Kerr Ladies. Jugaron en estadios como Anfield (Liverpool) Old Trafford (Manchester United) Saint James Park (Newcastle) o Goodisson Park (Everton). En este último convocaron a 53.000 espectadores.

Su fama se extendió por todo el país e incluso atravesó el Canal de La Mancha.

Primer partido internacional

Eso les lleva a jugar, en 1920, el primer partido internacional femenino, contra un equipo francés. La prensa de la época destaca un choque de estilos. Administrativas y estudiantes de clase media, ligeras y atléticas las francesas; potentes y guerreras obreras las mujeres del norte de Inglaterra. Aquel partido lo ganaron la inglesas por 2-0. Hubo tres más, con otra victoria, un empate y una derrota para el DKL. En otoño de ese año el Dick Kerr Ladies devolvió la visita y realizó una gira por Francia que tuvo un gran seguimiento.

No era solo la novedad exótica, daba gusto verlas jugar. Muchos espectadores acudían por la curiosidad y quedaban impresionados por la calidad técnica y de fundamentos del equipo. Durante la existencia del DKL, desde 1917 a 1965, pasaron por su filas extraordinarias jugadoras. El resultado habla por sí mismo: de más de 800 partidos solo perdieron una veintena de ellos, marcando más de 3.000 goles.

Lily Parr

Entre las destacadas de la primera época están Florrie Redford, su número 9, una de las fundadoras y el alma del vestuario; Jennie Harris, talentosa extremo izquierda, muy habilidosa en el regate; Alice Kell, la capitana, una central poderosa y también goleadora y Lily Parr, la messi del equipo, considerada la mejor jugadora de la historia del club.

Dick Kerr Ladies en 1922. Lily Parr, sentada, primera por la derecha.
Dick Kerr Ladies en 1922. Lily Parr, sentada, primera por la derecha.

Lily Parr es el resultado del planteamiento profesional de un equipo que no deja de ser amateur, porque hay que recordar que las chicas jugaban tras una dura jornada en la fábrica. Frankland descubre a una espigada jovencita de 14 años, una zurda “con un remate de un defensor de primera división” y la ficha para su fábrica, a cambio de un empleo y 10 chelines por partido. Cuarta de siete hermanos, había aprendido junto a ellos a dominar la pelota y hacerse respetar en campos de fútbol y rugby. En su primera temporada de blanquinegra marcó nada menos que 43 goles; en toda su carrera -de 1919 a 1951- anotó 967.

En 2002 se convierte en la primera mujer en tener su sitio en el Salón de la Fama del Museo Nacional del Fútbol de Inglaterra.

Fútbol prohibido

Pero la guerra había terminado, muchos veteranos estaban desempleados y se suponía que las mujeres tenían que volver a sus casas, el experimento de igualdad debía terminar. Y el éxito del Dick Kerr Ladies iba en contra de ese plan. Ese éxito es el que le hirió de muerte, llenaban más que muchos equipos masculinos.  Puede que también influyera que sus partidos siempre eran benéficos y las recaudaciones no solo iban destinadas a los soldados, el DKL también había decidido donar a los mineros, en huelga por los despidos de sus nuevos patronos privados.

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El caso es que el 5 de diciembre de 1921 la Federación Inglesa prohibe el fútbol femenino en sus estadios. Lo justifica mediante un informe médico que dice que el fútbol es una actividad perjudicial para las mujeres. Siempre hay a mano algún estudio científico cuando se necesita. Imagino que el informe no decía nada sobre la idoneidad de pasarse 10 horas trabajando rodeadas de azufre en una fábrica de municiones; lo dañino era el partido de después.

Así que a Frankland y sus jugadores sólo les queda el fútbol de exhibición. Les obligan a convertirse en una especie de Harlem Globetrotters, aunque ellas se rebelaban contra esa idea y siempre saltaron al campo con la máxima seriedad.

En 1922 inician una gira por América del Norte. Cuando llegan a Canadá les prohíben jugar. Pasan a Estados Unidos y juegan nueve partidos contra equipos masculinos, de los que solo pierden en tres, y muy disputados.

De vuelta a Inglaterra, sin posibilidad de jugar con regularidad, el equipo se fue deshaciendo lentamente. En 1926 los cambios en la empresa Dick, Kerr & Co. dejan fuera de la misma a Frankland. El Dick, Kerr Ladies se convierte en el Preston Ladies FC. Con Frankland al frente pero sin aire para progresar inicia una lenta decadencia. Sobrevive a la muerte de Frankland en 1957, para desaparecer en 1965.

La Federación Inglesa levantó la prohibición en 1971. Cincuenta años tarde, como es habitual en estos casos.

cuadro
El DKL no fue el primer equipo femenino, aunque a su manera sí lo fue. El primer partido de fútbol femenino  fue un derby londinense que se jugó el 23 de marzo de 1895. Estaba organizado por Nettie Honeyball, líder del British Ladies Football Club, que quería demostrar que el fútbol también podía ser cosa de mujeres. Formaba parte de una reivindicación más dentro de la campaña sufragista por la igualdad. Pero no prosperó, no porque el fútbol no fuera cosa de mujeres, sino porque no era asunto de clases medias y altas, que eran quienes encabezaban la lucha feminista y jugaban aquel partido. El fútbol era un asunto de la clase obrera, de esas chicas del Dicks que años después aprendieron a jugar junto a sus hermanos en las calles de los suburbios trabajadores, donde un partido improvisado es mucho más que un juego.  Y en esos partidos hay una regla por encima de todas: el que juega bien se gana el respeto del resto, sin importar quien sea o de dónde venga.

Este post va dedicado a Cristina, aquella amiga de la infancia a quien siempre elegía primero para mi equipo, allá donde esté.


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