Doce años después de la invasión de Irak para derrocar a Sadam Hussein e imponer una democracia Tony Blair se manifiesta arrepentido por haber entrado en la guerra junto a George W. Bush.
En España gobernaba José María Aznar, quien, aunque no participó en la ofensiva, animó al británico y al estadounidense en “la foto de las Azores” a derrocar al dictador iraquí.
Sólo tras su caída envió 2.600 soldados para la “reconstrucción” del territorio junto a militares de otros 31 países.
Pero fueron abandonándolo, lo que entregó el país a grupos y tribus, sobre todo sunitas, que con el tiempo degeneraron en el DAESH, el terrible ejército de yihadistas del autodenominado Califato Islámico.
El DAESH se extiende ahora por Siria, esclavizando a millones y asesinando a decenas de millares de personas en su lucha contra otro dictador, Bashar al-Asad, al que Barack Obama quiere derrocar, como hizo Bush con Sadam.
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