Revista Diario

Dictando la carta de los Reyes Magos

Por Sandra @sandraferrerv
Dictando la carta de los Reyes MagosHace días que mi hijo ya tiene hecha la carta de los Reyes Magos. De hecho ha redactado varias ediciones, cada una con una lista distinta. Y cada vez que las leo me entran los siete males. Listas a cual más inútil, con juguetes que tienen una probabilidad entre mil de ser utilizados más allá de la mañana del 6 de enero. Los catálogos de las tiendas de juguetes, las propias tiendas y los anuncios de la tele son un auténtico bombardeo que deja a los pobres atontados. No digo que los niños no tengan que ilusionarse con los regalos y que necesiten soñar con el coche más supersónico del mercado o con el disfraz más molón de la tienda. Pero la experiencia me ha demostrado que muchos de esos juguetes no tienen una vida demasiado larga. En el cajón de mi pequeño gran hombre descansa aburrido un fantástico Fin McMissil (¿se escribe así?) al lado de una pistola a lo Rambo que cada vez que se enciende te pegas un susto morrocotudo. Y así con un montón de juguetes que un día formaron parte de una carta a los Reyes Magos o una lista de regalos para su cumpleaños.Total. Que hace unos días, después de una tarde llena de creatividad en la que mis enanos se pasaron el rato pintando, recortando e imaginando cosas, le hice la pregunta del millón ¿con qué has jugado hoy? Con esto mama, con los papeles y los colores. Pues eso. ¿Has jugado con el barco pirata? No ¿Has jugado con la espada láser? No. ¿Lo captáis verdad?Al día siguiente nos fuimos a la tienda de juguetes más cercana y nos plantamos delante de la estantería de manualidades. Y de allí no nos movimos hasta que encontramos un fantástico maletín de Spider Man repleto de material para pintar, recortar, enganchar. A una señal mía, mi sufrido marido empezó a hacer aspavientos de emoción suplicando que él quería ese maletín para los Reyes y ¡tatachán! Mama, voy a pedir el Maletín Fantasía de Spider Man para los Reyes Magos.Puede que sea una madre manipuladora pero los tiempos no están como para que Melchor, Gaspar y Baltasar se gasten una paga que supongo que tampoco han cobrado este año. Y quiero que mi hijo empiece a entender lo que de verdad importa en esta vida. No quiero la casa llena de paquetes que terminan inundando el salón de papel de envolver que, al final, será lo que de verdad utilizará para jugar. ¿O no habéis oído nunca ese tópico que los niños terminan jugando con las cajas de los juguetes? Os puedo asegurar que es así. 

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