Ayer en el Palau de la Música inauguró el ciclo Palau 100 la Akademie für Alte Musik Berlin interpretando Die Zauberflöte en versión de concierto.
Como era previsible la dirección de Jacobs y la Akademie für Alte Musik ofrecieron un Mozart vibrante, con unos tempi más vivaces y con una orquesta que era algo más que acompañamiento para los cantantes. El uso del pianoforte en los recitativos añadió una nueva dimensión, quizá más popular y desmitificadora, a la partitura.
Por otra parte, ofrecer en versión concierto un singspiel con todos los diálogos y alteraciones me parece discutible. Más si se trata de una función para un público no alemán. El concierto se podría haber reducido en lugar de durar más de tres horas.
El reparto que se presentó ayer en el Palau no era el mismo que el de la grabación para Harmonia Mundi que apareció en 2010, que comenté en su día en el blog. Una lástima porque en comparación con la brillantez orquestal los cantantes palidecieran un poco.
El tenor finlandés Topi Lehtippu, como Tamino, tiene una voz con problemas de proyección y de una belleza discutible.
Miah Persson, substituyendo a la soprano inicialmente anunciada, me pareció una más convincente Pamina. Su proyección y claridad vocal fue una de las mejores de la noche. Siguiendo la batatuta de Jacobs su Ach, Ich fühls fué a un tiempo más rápido del que estamos acostumbrados, puede gustar más o menos pero fué de buena factura.
Marcos Fink, como Sarastro, continua en su tónica de habitual una bonita y clara voz de bajo que flaquea en el registro más grave.
Daniel Schmutzhard me pareció un Papageno de poca personalidad. Lo mismo podría decirse de su compañera Papagena, Sunhae Im.
La soprano turca Berçu Uyar, como Reina de la Noche, ne me acabó de convencer en el papel. Algunos de sus agudos, en sus momentos más comprometidos, sonaron un poco forzados.
Muy destables las tres damas, Inga Kalna, Anna Grevelius e Isabelle Druet, que aportaron energía y calor en sus intervenciones. También habría que destacarlos tres niños del St. Florian Sängerknaben y el RIAS kammerchor.
Al final grandes ovaciones por parte de los espectadores que llenaban el Palau, con algunos huecos.
En algunos momentos tuve la misma sensación que en el Festival Bayreuth: muy bien la orquesta y reparto vocal mejorable.
Está prevista, si los presupuestos no lo impiden, la vuelta de Jacobs, dentro del ciclo Palau 100, en las próximas temporadas con Le nozze di Figaro, Don Giovanni y Così fan tutte.
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