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Diego López

Publicado el 02 septiembre 2014 por Alejandropumarino

Diego López

Lei eun titular relativamente reciente, que Diego López abandona el Real Madrid para defender la portería del Manchester, u otro equipo británico y que el Sr. Ancelotti, en otra sustanciosa entrevista, aseguraba que el portero dejaba el club blanco por deseo propio. La verdad es que no me extraña. Iker Casillas fue un gran portero, pero no parece encontrarse ahora en su mejor forma, forma física quiero decir, porque en lo relativo a la política del vestuario madridista, parece conservar un estado excelente, en el que no se descarta la influencia de la Sra. Carbonero, madre de su vástago. Diego López soportó carros y carretas, siempre ante la comparación con el “santo”, aguantó las zancadillas de compañeros y de periodistas y tuvo siempre elogios hasta para sus rivales y siempre para el entrenador, o el “coach” como dicen ahora. Mourinho primero y Ancelotti después, contaron la titularidad del Sr. López, en detrimento del mostoleño, que no estaba insiprado bajo los palos, a excepción de los que recibía su compañero de propios y extraños. Al margen de que el Real Madrid sea, posiblemente, el mejor equipo del mundo, da la sensación de que tras bambalinas se mueven estraños y oscuros intereses personales, rencillas y miserias difíciles de entender entre jóvenes deportistas que, por el extraño mérito de acertar en darle patadas a un balón, perciben emolumentos millonarios que sonrojarían a cualquiera y que son un insulto en un país donde millones de parados esperan la genialidad de la pirueta absurda cada domingo, tras la televisión del bar de la esquina. La discreción y la elegancia de Diego López fueron un soplo de aire fresco para el hedor que parece desprenderse del vestuario blanco, en el que una profunda catarsis se hace cada vez más necesaria.


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