Revista Remedios

Dieta del grupo sanguíneo

Por Gabriel Giner @esaludcom

Algunas dietas pueden traer consecuencias muy perjudiciales para la salud, por lo que conviene informarse detalladamente antes de poner en riesgo el buen funcionamiento del organismo. Entre las muchas dietas que ganan popularidad de manera constante, se encuentra la dieta del grupo sanguíneo.

Veamos a continuación cuál es la procedencia de esta dieta, en qué consiste y si están comprobados sus resultados.

La dieta del grupo sanguíneo

El origen de esta dieta se encuentra en la hipótesis del autor del libro Los grupos sanguíneos y la alimentación, el naturópata James D’Adamo, quien quiso establecer en 1996 una relación entre el grupo sanguíneo de las personas y los alimentos que resultan saludables, neutros o nocivos para cada tipo.

Se trata de una teoría basada en la evolución del ser humano, según la cual, una muestra de sangre aporta toda la información necesaria para determinar los orígenes raciales y de nuestros antepasados, los cuales serán de utilidad para incluir a cada individuo en un grupo específico, con unas necesidades dietéticas concretas.

Para clasificar cada grupo sanguíneo utiliza el sistema ABO, que es el más utilizado en los hospitales para comprobar la compatibilidad sanguínea en transfusiones.

De este modo, esta dieta sostiene que las personas deben consumir determinados alimentos en función de su grupo sanguíneo para mejorar su estado de salud, prevenir ciertas enfermedades y alcanzar su peso ideal.

Aunque a priori la relación entre el tipo de sangre y las necesidades alimentarias puede resultar algo razonable, no existe ninguna prueba de su eficacia, tal y como se muestra a continuación.

Las indicaciones dietéticas para cada grupo sanguíneo

Según el autor de esta teoría, el tipo de sangre muestra la conducta de los ancestros de cada individuo y hay que basarse en dichas conductas para alimentarse.

Tal y como explica D’Adamo, originariamente sólo existía un único grupo de sangre, el Tipo 0, y con el desarrollo de la agricultura y de la sociedad, aparecieron nuevos grupos sanguíneos: el tipo A, B, y el AB.

Verdades sobre la dieta del grupo sanguíneo

Cada uno de estos grupos tiene, según él, unas características concretas que precisan una dieta basada en ciertos alimentos. De esta forma, establece que, si se siguen estrictamente las indicaciones en cada caso, se obtendrá una mejora en el estado de la salud, se prevendrán diversas enfermedades y se alcanzará un peso óptimo.

La clasificación que realiza para cada grupo sanguíneo, es la siguiente:

  • Tipo 0. Es el grupo más antiguo y desciende de los primeros cazadores. Por este motivo, se le recomienda una alimentación basada, principalmente, en una importante ingesta de proteínas de origen animal, concretamente carne. Su aparato digestivo es muy resistente y deben realizar ejercicio intenso para combatir el estrés. El tipo de dieta recomendado para este grupo sanguíneo es muy similar a la también popular dieta “paleo”, que puede resultar altamente perjudicial para la salud.
  • Tipo A. Descendientes de los primeros agricultores, precisan una dieta vegetariana para mantenerse sanos y en forma. Tienen un aparato digestivo delicado y deben realizar ejercicios de baja intensidad y moderados. Deben evitar el consumo de carne y de lácteos.
  • Tipo B. Las personas que pertenecen a este grupo sanguíneo deben consumir una gran cantidad de productos lácteos. Al ser descendientes de las tribus nómadas, tienen un sistema digestivo tolerante y precisan mantener un equilibrio entre la actividad física y la actividad mental.
  • Tipo AB. Considerada un híbrido entre los tipos A y B, se recomienda a los individuos con este grupo sanguíneo que sigan las indicaciones señaladas para ambos grupos sanguíneos.

¿Qué dice la ciencia?

Pese a que se sostiene que algunos pacientes que han seguido esta dieta han obtenido buenos resultados, no existe una base sólida que respalde dichos beneficios para la salud.

Concretamente, un estudio realizado en la Universidad de Toronto llevó a cabo la medición de resultados en un grupo de individuos de entre 20 y 29 años que realizaron esta dieta a lo largo de un mes. Los resultados arrojados por la investigación no establecían relación entre el grupo de sangre y la dieta sino que se obtuvieron resultados favorables en aquellos individuos a los que se les indicó la ingesta de alimentos más saludables.

De este modo, las personas que participaron en el estudio y que pertenecían al tipo A, los “vegetarianos”, mostraron una disminución del índice de masa corporal (IMC), disminución del colesterol, de la presión arterial, de la glucosa en sangre y de los triglicéridos.

Dado que a este grupo se le recomienda una dieta vegetariana, los resultados eran de esperar: la Academia de Nutrición y Dietética concluye rotundamente que las dietas vegetarianas apropiadamente realizadas “son saludables, nutricionalmente adecuadas y pueden aportar beneficios para la salud en la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades”.

Junto a esta asociación, multitud de prestigiosas organizaciones avalan los beneficios de alimentación libre de productos de origen animal, por lo que no se trata de que dichos sujetos mejorasen su estado de salud por la dieta del grupo sanguíneo sino debido al consumo de alimentos saludables.

Conclusiones

La hipótesis de la dieta del grupo sanguíneo, que establece una relación directa entre cada tipo de sangre y los alimentos que deben consumirse, no está avalada científicamente.

Los testimonios de quienes afirman haber obtenido buenos resultados tras seguir esta dieta, pueden deberse a un cambio nutricional basado en alimentos más saludables como las legumbres, las verduras, los cereales o la fruta.

Las personas vegetarianas que gozan de una buena salud y que pertenecen al grupo sanguíneo tipo 0, o aquellas personas del grupo B que son alérgicas a la lactosa no tendrán dudas en cuanto a la veracidad de la dieta del grupo sanguíneo.

Conviene dar la importancia necesaria a las dietas y nunca poner en riesgo la salud adoptando hábitos cuyos buenos resultados no tienen respaldo científico.

Adquirir hábitos saludables que incluyan una dieta rica en proteínas de origen vegetal y la práctica de ejercicio adaptado a las necesidades específicas de cada persona, es la forma más segura de mejorar el estado de salud sin correr riesgos.


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