Revista Cultura y Ocio

Dietario 127

Por Calvodemora

Hoy el día abrió de un gris que intimidaba y no hubo traza de que el verano ocupara la certeza del calendario. La tormenta cubría la entera extensión del entenebrecido cielo. El pueblo estaba afantasmado, como si progresara en el aire cierta pesadumbre y el ánimo, a poco que se le exigiera izarse, argumentara un pliego de excusas: dame un respiro, déjame perderme en el desencanto. El escenario sobreescribe la trama familiar, la de las cosas que se hacen y, por repetidas, no se piensa en ellas. A veces conviene uno de estos días flacos de luz y escandalosamente tristes. Se les invita a que apacigüen el rumor loco de las cosas, se les anima a que nos persuadan y hagamos un receso. Ahora, en Córdoba, el sol desdice la flaqueza del ánimo anterior. A todo le insufla su conocido ímpetu. Hace que incluso este texto no tenga sentido y parezca impostado, sacado de la memoria, volcado por la tristeza. Luego volverá el verano. El aire caliente hará su festejos antiguos.


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