Los que tienen aprecio al pasado tienen el futuro para perfeccionarse.
Una vez se ha corregido el escrito se adquiere la certeza de que no posee fin y que volverá una y otra vez hasta que sintamos que no es incumbencia nuestra y lo sacrifiquemos. Cuanto uno escribe es susceptible de ser afinado, pero a veces se tiene la convicción de que no hay que tocar lo que ha sido alumbrado con repentina iluminación, si es que acude.
Todo lo que decimos es un misterio. Lo que callamos está a veces absolutamente expuesto.
Dios, meramente pensado, no existe.
Hablar de uno mismo como si no se conociese.
Mejor desfallecer cuántas más veces con vehemencia y vocación que fallecer una solitaria vez sin aviso ni arreglo.
