En mi opinión (y supongo que en la de muchos de los profesionales) esto es un error, con más perjuicios que beneficios, entre los cuales se incluye un daño a nivel intestinal que puede traducirse en una sensibilidad al gluten no celíaca, como apuntaron Gaesser y Angadi en septiembre de 2012. De hecho no existen evidencias científicas experimentales que sugieran que una dieta exenta de gluten en la población general tenga algún beneficio y no sólo eso, sino que además hay datos que sugieren que es el propio gluten el que puede aportar algunos beneficios para la salud. De esta manera, se demuestra que no hay justificación alguna para eliminar el gluten en personas sanas que no tengan celiaquía.
Llevar una dieta libre de gluten adecuada no es tan sencillo como parece, no significa eliminar el trigo, cebada y demás cereales que tienen gluten, así como evitar los productos que puedan contener este tipo de cereales, va más allá. El hecho de tener que eliminar dichos cereales de la alimentación, hace que sea más difícil seguir un patrón de dieta mediterráneaya que llegar a las recomendaciones del 55% de hidratos de carbono sea complicado, con la consiguiente reducción de fibra y otros nutrientes en la alimentación y con ello, todos los perjuicios que lleva realizar una dieta carencial. Por otra parte, al disminuir el aporte de carbohidratos se aumenta el consumo de proteínas y grasa, cosa que tampoco es saludable.“Sin gluten” no significa que sea más sano, se ha pasado de una necesidad de alguien con un problema médico, a una moda. Entonces, ¿por qué adelgaza la gente que elimina el gluten de su alimentación? Fácil, porque dejan de seguir “su dieta”; cuando una persona no lleva una dieta adecuada o sí la lleva pero se ha quedado estancando, sólo por el hecho de modificarla puede significar un cambio en el peso, pero no por ello quiere decir que está perdiendo grasa o mejorando la salud; además, probablemente eliminan de su alimentación productos que no se deberían consumir con asiduidad (bollería, pastelería, productos prefabricados, galletas, etc.), pero entre estos alimentos también se incluyen otros hidratos de carbono como la pasta, que no se deberían suprimir de la dieta, como tantas veces hemos contado ya. Asimismo, esta disminución de peso puede ser debida también a que reducen significativamente el aporte calórico, y no por ello quiero decir que esté bien o mal.
Por último y para acabar, llevar una dieta sin gluten no sólo afecta a nuestra salud sino también a nuestros bolsillos, ya que los productos para celíacos suelen tener un coste más elevado que el resto de productos. Y aunque la población, las industrias y la restauración están cada vez más concienciadas con esta situación, comer fuera de casa y comprar alimentos no son tarea fácil.
Ahora os hago una pregunta, si los celíacos pudieran elegir llevar o no una dieta libre de gluten (es decir, si no fueran celíacas), ¿creéis que escogerían, con todos los inconvenientes, llevar una alimentación sin gluten por voluntad propia? Yo tengo muy clara la respuesta...
Con esta pregunta me despido hasta el próximo día. ¡Saludos y feliz comienzo de semana!
Realizado por Cristina Vallespín Escalada
Fuentes
Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics