“Ya sé que para muchos no hay enigma y lo tienen muy claro. ¿Y quién no lo tiene, si atiende a los actos, a los hechos y a las consecuencias? Pero la paradoja fue que pudiera causar tanto destrozo una personalidad política que semejaba colgar en el vacío como la sonrisa –y la sonrisa fue su marca- del gato de Cheshire en el cuento de Alicia. “Miraba con unos ojos tan claros que daba la impresión de una transparencia demasiado límpida como para contener ni un rastro de sustancia”. No escribió esto nadie de la derecha, sino Muñoz Molina en su reciente Todo lo que era sólido al recordar una entrevista con él nueve meses después de aquellas elecciones.
La falta de sustancia, la carencia de solidez: con esos mimbres cualquier cosa era posible y, en efecto, lo fue. Zapatero había sido el chico de León, nacido en Valladolid, discreto diputado desde 1986, culiparlante, o sea, que por azares de la vida partidaria, por sorpresa, llegó a la secretaría general del PSOE en el 2000 con un grupo que parecía querer tomar distancias del felipismo. Era una nueva camada socialista que protagonizó lo que Florentino Portero llamaría en una ocasión “la rebelión de los mindundis”.
ADVERTISEMENTEl “diálogo” era su lema, y dialogó y pactó con nacionalistas de vario pelaje y con la banda terrorista ETA, pero no con el partido que representaba a media España: gobernar “contra la derecha” fue obsesión. Fue esta otra de sus paradojas, que enarbolara el consenso como bandera y quebrara de hecho consensos básicos. Hasta la nación española resultó “discutida y discutible”, igual que la Transición, obliterada para emprender el regreso a la guerra civil y a la República, viejos fantasmas que resucitó con gran éxito de público y que trajeron una fantasmagórica tropa de antifranquistas sobrevenidos“.
El copia y pega suple la carencia de recursos de quien cada vez tiene menos tiempo para dedicar el necesario a la publicación casi diaria, de este espacio. En esta ocasión no soporté la tentación de la transcripción directa del texto, no sustancialmente diferente de lo que se recogía en el blog durante los años que llevó las riendas de esta vieja piel de toro el leonés errante. Es cierto, como termina señalando el artículo, que el paple mejor representado por D. José Luis es el de expresidente, y tiene el extraño mérito de haber pasado siete años por la Moncloa y que, a día de hoy, se hable mucho más de Aznar o de González, que de sus recientes actuaciones. En algo resulta que sí ha tenido un gran mérito.