Cada vez pasamos más y más tiempo conectados, ya sea en el trabajo, en casa, o en la calle, gracias a los teléfonos inteligentes y a las conexiones 3G. Visitamos continuamente nuestro correo, nuestro perfil en Facebook o escribimos tweets de forma compulsiva. No está de más repasar un decálogo de lo que nunca deberíamos hacer para que nuestra navegación sea más segura:
1. No actualizar el navegador
Los navegadores como Internet Explorer, Safari o Firefox, son la puerta de entrada a Internet. Muchos hackers se han especializado en crear virus para estos programas. Y casi siempre, la respuesta de las empresas creadoras de este software ha sido la misma: lanzar una actualización para afrontar estos problemas. Si no actualizamos nuestro navegador , estaremos cometiendo un imprudencia
2. Tener un antivirus desfasado
Comprar un antivirus, instalarlo en nuestro ordenador y no actualizarlo es como comprarse un coche y no echarle gasolina: algo absurdo. Al igual que ocurre con los navegadores, los anitivirus van renovando sus bases de datos continuamente para combatir nuevas amenazas. Las actualizaciones suelen ser licencias que cuestan una determinada cantidad de dinero al año o al mes. Merece la pena rascarse el bolsillo e invertir en la seguridad de nuestro equipo informático.
3. Abrir o descargarse un archivo de procedencia desconocida
Los archivos tipo “te quiero” o “Megan Fox desnuda” que podemos recibir en nuestro correo electrónico, casi siempre son virus. Y más, si estos archivos son ejecutables (con la extensión .exe). Lo más sensato que podemos hacer es no ejecutarlos ni descargarlos en nuestro disco duro.
4. Tener la misma contraseña en varias webs
Se trata de un error muy común: utilizamos la misma contraseña para acceder a nuestro correo electrónico y a nuestras cuenta en Twitter o Facebook . Lo hacemos porque es más sencillo recordar un solo password que diez. Pero en el caso de que un hacker se haga con nuestra única contraseña, estaremos perdidos. Así que lo más recomendable es crear una contraseña diferente para cada sitio.
5. No vigilar lo que hacen los niños en Internet
Aunque Internet pueda ser una fantástica herramienta para que los niños aprendan y se entretengan, también puede convertirse en un gran riesgo para ellos. Páginas de pornografía, de contenido violento o pederastas que acechan en páginas de chat o en servicios de mensajería instantánea, tipo Messenger, pueden poner en peligro salud psíquica y física. Así que es mejor controlar a qué páginas pueden acceder mediante programas de control parental, como Windows Live Protección Infantil, que ofrece de manera gratuita Microsoft.
6. No controlar la privacidad en redes sociales
Una fotografía en la que se nos vea en una situación comprometida y que haya sido publicada en Facebook, puede arruinar nuestra vida laboral y social. Una mala configuración de privacidad en esa misma red social (por ejemplo, que permitamos a todo el mundo acceder a nuestro muro, y no sólo a nuestros amigos) puede hacer que nos espíen o vigilen sin que tengamos conocimiento. Siempre es recomendable ajustar la privacidad de las redes sociales de la forma más restrictiva posible (sólo permitir el acceso a nuestras publicaciones de nuestros amigos, impedir el etiquetado de fotografías con nuestro nombre, etc…)
7. No borrar el rastro de la navegación
Cuando navegamos, dejamos un rastro por cada página que visitamos. En primer lugar, en el historial de nuestro navegador. En segundo, en las cookies que se han ido almacenando en nuestro disco duro. Las dos se pueden evitar utilizando la opción de navegación privada y borrando las cookies almacenadas en nuestro equipo o desactivando la opción de permitir el acceso a nuevas.
8. Realizar compras o acceder a datos bancarios desde un acceso Wi-Fi público
Dos cosas que jamás hay que hacer en un ordenador de un cibercafé o con un aparato de nuestra propiedad conectado a una red Wi-Fi pública: revisar el estado de nuestra cuenta corriente a través de la web de nuestro banco, o realizar una compra con una tarjeta de crédito en internet. Los ordenadores públicos (los de una biblioteca, una universidad o un cibercafé, por ejemplo) suelen ser uno de los objetivos favoritos de los delincuentes para instalar programas que detectan las claves secretas tecleadas en ellos. Los puntos Wi-Fi públicos pueden estar “pinchados”, de tal forma que cualquier dato que enviemos desde nuestro ordenador o teléfono inteligente sea registrado en un tercer ordenador que pertenezca a un hacker.
9. No fijarse en el protocolo HTTPS de páginas web
Las páginas en las que se efectúan cobros o las de bancos, suelen estar cifradas con el protocolo HTTPS. Para saber si una web pertenece a ese grupo, tan sólo hay que fijarse en la barra de direcciones de nuestro navegador. Si la dirección empieza con “https”, es que es segura. Las páginas de bancos que no contengan este protocolo, suelen ser webs clonadas para engañar a los usuarios y poder robarles los datos personales, en una práctica denominada “phising”.
10 Fiarse del spam
El correo electrónico no deseado (también conocido como spam) suele estar formado por ofertas increíbles en medicamentos, propuestas de negocio o empleo muy jugosas o, incluso, de matrimonio. Responder o caer en alguno de estos engaños puede ser fatal para nuestra economía. Por ejemplo: últimamente están de moda los e-mails de mujeres rusas que buscan un matrimonio concertado en España. Si respondemos a ese mail, nos contestará una supuesta mujer que nos pedirá dinero para pagarse el billete de avión hasta nuestro país o para poder conseguir una serie de papeles. Todo es una mentira. Lo único que ganaremos será un disgusto por haber perdido nuestros ahorros.
Fuente: Finance Yahoo