Revista Salud y Bienestar
"Así se escribe la Historia" y muchas veces también "Así se escribe la Ciencia", basada en creencias, mitos, supersticiones, tradición y leyendas.
La Otorrinolaringología, como ciencia que es, no está exenta de estas creencias populares poco fundamentadas y no es raro ver a alguien a quien le sangra la nariz que echa la cabeza hacia atrás, creyendo que con esta actitud cortará antes la hemorragia. Equivocado está, porque por tragarse la sangre, ésta no volverá a las venas, sino que se acumulará en el estómago, irritándolo. Es siempre mejor inclinar la cabeza hacia delante, así siempre tendremos la certeza de saber cuándo la hemorragia se ha cortado.
Igual de extendida está la creencia de que durante una laringitis (esos catarros que dejan ronco) es mejor hablar susurrando. Hoy en día, hay consenso de que el reposo vocal, es decir, no hablar nada, es la mejor actitud ante una laringitis. Por otro lado, también se sabe que la mayoría de las personas fuerzan más la laringe cuando susurran que cuando hablan de forma normal. Según esto, susurrar no sólo no mejora la enfermedad, sino que retrasa la curación y siempre es mejor, cuando no quedo remedio que hablar para comunicar algo, intentar hacerlo con voz normal que susurrando
Por muy crueles nos toman a los otorrinos cuando proscribimos y no prescribimos los vasoconstrictores nasales, esos inhaladores que se venden sin receta y que en segundos proporcionan la felicidad de una nariz increíblemente despejada. Pocos saben que dichos inhaladores son rápidamente adictivos, que causan tolerancia y dependencia y que su abuso desemboca en la terrible rinitis medicamentosa, en la que uno acaba viendo una nariz permeable sobre la que el afectado refiere dificultad para el paso de aire y uno no puede explicar racionalmente por qué el enfermo está sintiendo esa dificultad. Es como en los cuentos infantiles en los que se vende el alma al Diablo para la eternidad a cambio de una vida feliz; aquí uno vende su respiración nasal al vasoconstrictor a cambio de poder respirar durante un resfriado.
A diferencia de las rinitis medicamentosas, las amigdalitis agudas son más fáciles de curar, y en dos semanas si te he visto no me acuerdo: las amígdalas se han convertido en bolitas rosas que miran al otorrino con cara de inocencia, desde su lugar en la faringe, insinuándose hacia la boca. Tan tiernas parecen que resulta difícil decir que hace escasos días estaban terriblemente inflamadas, haciendo de la comida y la bebida una dolorosa tortura. Pueden llegar a inflamarse muchísimo, tanto que es posible que ambas lleguen a estar en contacto. Sin embargo, esta situación no cambia el tratamiento. Mientras no haya un absceso, las amígdalas que se tocan no necesitan una actuación diferente; una no es de materia y la otra de antimateria y si se rozan, el Universo no colapsará.
Igual de alarmante que unas amígdalas que se rozan resulta para algunos padres que el tímpano de su hijo se rompa como consecuencia de una otitis media, expulsando pus por el oído cuando este hecho más bien debería tranquilizarles. Como ya decían en la época de los romanos "Ubi pus, ibi evacua"; es decir, si hay pus, sácala. Menos daño hace la pus fuera que dentro. La rotura del tímpano forma parte de la historia natural de la otitis media; el tímpano se acabará cerrando en la mayoría de las ocasiones y el proceso acabará curando.
Continuará...
Foto: Reloj del fuerte de Novi Sad, Serbia, caracterizado por dar una hora falsa y haber confundido a más de uno. En concreto, la foto se tomó a las nueve de la noche.