Revista En Femenino

Diferencia entre maestro y profesor

Por Mamadverdad
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Como os comenté en el boletín (podéis suscribiros abajo), Flavia va a colaborar con Mamá de Verdad aportando su visión como maestra y madre. Me gusta mucho como escribe por eso me encanta la idea de que escriba en el blog. Su blog Flavia de los extraños talentos no tiene que ver con la temática del mio. En él encontrarás un sin fin de manualidades estupendas para realizar. Hazle un visita y verás todo lo que encuentras, como por ejemplo esta flor hecha de lazo que me parece preciosa. 
Diferencia entre maestro y profesor

No me enrollo y os dejo con ella, que cuenta algo de lo que yo no tenía ni idea, la diferencia entre profesor y maestro. 

Hola a tod@s:Me llamo Flavia y soy maestra. Ana se puso en contacto conmigo para colaborar con ella dando una visión de la educación o contando mis experiencias desde el punto de vista de la escuela. Y quiero empezar por hablaros de una diferencia que no siempre conocemos.A lo largo de nuestra vida aprendemos cosas de muchas personas, tituladas o no, y en el colegio podemos encontrar maestros y profesores.Todos hemos tenido a alguien que entraba en clase, explicaba lo que concernía a su materia, mandaba tarea y con las mismas, cuando sonaba el timbre o el reloj daba la hora, salía por la puerta. Podía ser un estupendo matemático o historiador, pero la única huella que dejaba en nosotros eran los conocimientos que hacían referencia a su materia, nada más allá de la escuela, incluso de la propia clase.En el lado opuesto, también todos hemos conocido a esa persona que se preocupaba por tu estado de ánimo, que conocía tu situación familiar, que sabía sólo con mirarte si habías hecho los deberes o si ese no era tu día, que valoraba tus propuestas. Ese que te coge por el pasillo y te hace un gesto o te dice una palabra de ánimo o simplemente te conoce por tu nombre. Ese que valora no sólo tus resultados sino tu evolución, que sabe si te has esforzado, que aunque no levantes la mano para decir que no te has enterado de nada, lo vuelve a explicar, o se te acerca y se asegura de que lo comprendas. El que juega contigo en el patio o te ve por la calle y se para a saludarte. El que colabora en tu educación. El que además de todo eso puede que incluso fuera muy exigente y sólo se conformaba con lo mejor que podíamos dar. El que deja huella y siempre te acordarás de él.Hay una ligera diferencia entre los dos ¿verdad? Pues ahí tenemos la diferencia entre un profesor (lo primero) y un maestro (lo segundo). Generalmente encontramos más profesores en secundaria y universidad y más maestros en infantil y primaria. Aunque por gracia o por desgracia, hay de todo en todos los niveles. Por suerte, en algún momento esos profesores desaparecerán de nuestro día a día en algún momento.Dicho esto, podéis utilizar la palabra que queráis, generalmente utilizamos “profesor” para todo, pero creo que es simplemente porque “maestro” nos suena antiguo, incluso distante, como una eminencia, pero es todo lo contrario. Y no me molesta que me digan “profe”, porque primero fui profesora, que lo de hacerse maestra no es fácil ni se nace sabiendo, segundo porque sigo siendo profe, además de interesarme y conocer a mis alumnos, les enseño una materia, y tercero porque es el término más extendido y en ningún momento considero que encierre un tono despectivo.Me gustaría matizar una cosa que puede haber pasado desapercibida: el maestro COLABORA en la educación, no educa desde cero. Como padres tenemos la obligación de establecer una educación sólida en casa que permita a nuestros hijos adaptarse a todas las situaciones de su vida cotidiana. Desde el colegio nos ayudan a continuar con esa educación, a corregir los actos incorrectos de nuestros hijos como lo haríamos nosotros (quizá no en la forma, pero sí en el objetivo). Es como si le dejáramos con los abuelos, pero además les enseñan a leer, a sumar o a comprender el entorno que les rodea. De hecho, en el sentido educativo, es mejor que dejarles con los abuelos, porque ellos ya criaron a sus hijos y con los nietos lo que toca no es educar sino consentir, jejeje, pero ese es otro tema.Para ir terminando, quiero añadir que si el que enseña a tu hij@ en el colegio (no entro en denominarle profesor o maestro, que eso es percepción vuestra) os informa cada vez que no hace los deberes, o se pelea con alguien, o hace algo “malo” (generalmente a través de la agenda), aunque os suene muy raro, es alguien que se preocupa por él. En el hipotético caso de que no me importara uno de mis alumnos, no dedicaría mi tiempo a informar a sus padres de todo lo que hace. Si informo es porque me importa esa pequeña persona, porque quiero que lo sepan en casa para que vayamos todos educando en la misma dirección. No lo hago para fastidiar o porque “le tengo manía”, sino todo lo contrario. Por desgracia, en nuestra sociedad lo “malo” queda escrito mientras que lo “bueno” se dice oralmente y parece que se lo lleva el viento. El maestro también dialoga con las familias y además de decir lo que hacen sus hijos en el colegio, intenta proponer soluciones conjuntas por el bien del pequeño.Finalmente, decir que no me considero en la posesión de la verdad, los niños aprenden de lo que les cuento, pero creedme cuando os digo que yo aprendo mucho más de ellos día a día. Aprendo a adecuarme a sus ritmos de aprendizaje y motivaciones, aprendo que cuando un niño se levanta en mitad de la clase a darme un abrazo porque sí no se le puede negar, no lo hace con la intención de interrumpir ni porque esté distraído, ni porque le apetezca darse un paseo, lo hace porque le sale del alma. Y aunque eso provoque que todos los demás se levanten a darte un abrazo en grupo, que la explicación se interrumpa, que me cueste 15 minutos (o más) que vuelvan a estar sentados y centrados en lo que estábamos haciendo, o incluso perder la clase,… un abrazo de uno de mis alumnos es el mejor regalo que se me puede hacer. Aprendo que es cierto que hay niños que no tienen el hábito de estudio adquirido, pero que si suspenden el control más de la mitad de la clase… está claro que algo no he hecho bien. Salir a la calle y ver que le ceden el paso a alguien, que le dan las gracias a su madre cuando les da la merienda, que se reconocen autores de una “trastada” cuando ven que regañas a otro en su lugar y se autoaplican el castigo… es lo que me motiva para seguir con mi tarea, a mantener viva mi vocación y no rendirme ante las dificultades que me encuentro.Y aunque tenga 6 años de experiencia como docente (que en realidad no son tantos), valorar todo esto es algo que he aprendido hace relativamente poco, reconozco que yo he sido una profesora “de libro” al principio de mi etapa laboral, pero me siento orgullosa de haberme dado cuenta de ese error y de querer corregirlo intentando ser cada día un poco más maestra, que no es fácil, y a veces tengo que pararme a respirar y pensar “no, así no”, como hace Ana con sus hijos en esos momentos en los que cualquiera daría un grito. Me siento orgullosa de seguir aprendiendo de ellos a diario y de mejorar como persona y como maestra gracias a ellos, que al fin y al cabo son nuestro futuro y el futuro de nuestra sociedad. ¡Qué aburrido sería si sólo yo les pudiera enseñar a ellos y no al revés!¿Cómo eran vuestros maestros? ¿Os acordáis de vuestros profesores?Puedes suscribirte y recibir mis post en tu correo. Te enviaré un email para que confirmes la suscripción. Si tarda en llegarte mira en spam puede que lo tengas allí.
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