¿Sabríais diferenciar la intolerancia a la alergia a la leche? ¿O acaso pensáis que es lo mismo? Todavía hay mucha gente que confunde la alergia con la intolerancia a la lactosa, sin embargo, el diagnóstico, tratamiento y la evolución de cada una de ellas son muy diferentes.
La alergia a este alimento suele darse, en la mayoría de los casos, entre los bebés (aproximadamente el 2%) en los primeros días tras empezar a ser alimentados con biberones de leche adaptada, debido a las proteínas que contiene la leche de vaca. Las fórmulas de leche adaptada, de inicio o de continuación, se fabrican a partir de leche de vaca modificada para hacerla apta para la alimentación de los bebés.
Los síntomas de esta alergia alimentaria son erupción cutánea en zonas de piel en contacto con la leche, urticaria, síntomas digestivos, respiratorios o incluso reacciones anafilácticas graves.
Para tener un diagnóstico acertado es necesario que los pacientes acudan a su médico para que les deriven al especialista oportuno. El diagnóstico de la alergia a las proteínas de la leche de vaca se realiza con pruebas cutáneas y análisis de sangre y cuando se confirma la alergia, el pediatra o alergólogo recomienda fórmulas de leche especiales para niños alérgicos.
Desde ese momento, el especialista concierta revisiones periódicas para valorar la evolución de la alergia a la leche en cada niño, estableciendo cuándo y de qué forma se puede reintroducir este alimento en su dieta, dado que aproximadamente el 90% de los niños alérgicos a la leche va tolerando su consumo antes de los 6-7 años, bien de forma espontánea o mediante la inducción de tolerancia realizada por un alergólogo.
Aquellos pacientes que siguen afectados por la alergia a la leche deben seguir evitando el consumo de leche de vaca (al igual que la leche de oveja, cabra y de otros mamíferos, ya que son muy similares a efectos de alergia), todos sus derivados (como el yogur, queso, etc.), productos cocinados con leche o alimentos que en su composición tengan proteínas de la leche ( salsas o comida preparada, galletas, chocolate, caramelos, embutidos, patés…).
Para evitar una carencia de calcio en el organismo, la persona alérgica puede tomar suplementos de calcio, alimentos enriquecidos en calcio (zumos, preparados de soja, etc. ) y otros alimentos que sean naturalmente ricos en calcio como las legumbres, las verduras de hoja verde, algunos pescados, etc.
Por su parte, la intolerancia a la lactosa (el azúcar que está presente en cualquier tipo de leche), suele aparecer con el paso de los años debido a la pérdida en mayor o menor grado de la enzima lactasa, encargada de que se digiera la lactosa.
Aproximadamente el 15% de los españoles adultos son intolerantes a la lactosa, cifra que aumenta hasta el 90% en el caso de asiáticos y africanos, ya que estos consumen habitualmente menos leche. La sintomatología de esta intolerancia es siempre digestiva, como hinchazón abdominal, flatulencia, dolor abdominal o diarrea, y debe ser diagnosticada y tratada por el especialista del aparato digestivo.
Y a diferencia de los alérgicos a la leche, las personas que padecen intolerancia a la lactosa, (!ojo!, pero no todas) pueden consumir algunos productos lácteos porque su concentración en lactosa es menor, como los yogures, y también alimentos creados específicamente sin lactosa (leche, yogures, quesos, etc.).
Pero como he comentado antes, en ambos casos debe ser el médico especialista el que diagnostique mediante una serie de pruebas, la alergia o intolerancia a la lactosa, ya que su tratamiento y evolución son muy diferentes en ambos casos.
¿Y vosotros? ¿Conocéis a alguien que haya sufrido o sufra intolerancia a la lactosa? ¿Y alergia? Estaré encantada de leer vuestros comentarios en mi blog!!!Besos desde mi blog!!!