Revista Psicología

Diferentes

Por Rms @roxymusic8

En la vida hay personas y cosas a las que no se les puede comparar pues son diferentes. A veces nos empeñamos en encontrar las palabras adecuadas que maticen esa comparación de igualdad, pero no las encontramos. Es como si poniendo palabras se hiciera real, se pudiera hablar de ello y se hiciera patente que una cosa y otra tienen que ser iguales o que esta persona y la otra debieran parecerse. Lo siento, no es posible: las cosas son simple y llanamente diferentes. Y sí, esto también sucede con las personas. Nos cuesta meternos esta verdad en la cabeza; quizá en la cabeza esté, pero nuestro corazón no quiere acoger. Es más fácil entender o conocer que vivir o hacer vida. Recuerdo una frase que decían en la sintonía de una cadena de radio: en la variedad está el gusto. ¡Cuánta razón! Hasta llegar a pronunciar esa frase con todas sus letras hay un camino. Hasta llegar a comprender el significado de esa frase hay una vivencia. Hasta llegar a vivir esa frase está en juego nuestra condición humana que muchas veces nos pone la zancadilla y crea un muro entre esa persona y nosotros, o esa cosa con la otra.

En una sociedad donde queremos pertenecer a un grupo u otro, donde sentirnos parte y acogidos, buscamos que lo que somos se parezca a lo que esas personas son. Empieza, así, un sinfín de movimientos para adecuarse a la vida de aquéllos: gustos musicales, lecturas, formas de vestir y peinarse, sitios donde pasarlo bien, seguir a los mismos en redes sociales... ¡y un largo etcétera! Hay una necesidad de no desentonar, de no salirse de la norma (no escrita, pero que se conoce a voces), de perpetuar la similitud en masa. Es curioso cómo, al mismo tiempo, se dan dos actitudes. Por un lado, el de querer ser como los otros; y por otro, la necesidad de ser libre y ser lo que uno quiera ser. Qué paradoja. Hay, dentro de cada uno de nosotros, un anhelo de ser que vamos descubriendo a lo largo de nuestra vida. Lo que el mundo no nos revela es que en ese descubrir va implícito el diferenciarse. Y he aquí una de las cosas más preciosas que existen: ser uno mismo sin dejarse manchar por los demás. Diferenciarse entendido como ese separarse y ser. ¿Acaso no vemos que aun tener opiniones y gustos parecidos, cada uno los expresamos de una manera única? Desde nuestro ser que no es el del otro.

La diferencia es ganancia. Es cuestión de perspectiva. Y de distancia o cercanía. Primero es ganancia pues qué aporta más a la sociedad y a nuestras vidas: ¿una sola visión de las cosas o varias? ¿Tener una sola forma de hacer las cosas o varias? ¿Conocer una sola opinión sobre una experiencia o varias? ¿Ser amado de una sola manera o de varias? Podríamos seguir, pero lo importante es que no se agota el horizonte y el conocimiento pues no hay sólo una forma de ser. Es emocionante saber que podemos seguir admirándonos ante la novedad en nuestras vidas de la mano del ser de las cosas y de las personas. Esta es la verdadera ganancia: la admiración que nos lleva a amar. Y amando tenemos resueltas muchas papeletas en esta vida. No va nada desencaminada la frase anterior sobre que en la variedad está el gusto pues esa diferencia nos hace gustar la novedad, ese algo que nosotros no tenemos, no hemos pensado o creado. Gustar lo diferente, lo variado, lo que no es nuestro, pero que habla también de nosotros. Es lo más humano. ¿Por qué no acogerlo? Porque a veces da miedo, respeto, desconfianza. Es cuestión de perspectiva.

Si lo miramos desde el prisma de nuestra identidad puede que nos sintamos amenazados por la novedad de alguien que aporte algo que nosotros no aportamos. Lo normal es que surja ese miedo que pone de manifiesto nuestra inseguridad. Si lo miramos desde la perspectiva de nuestra capacidad puede que nos sintamos interpelados por la novedad de alguien que tenga una habilidad para una actividad concreta que nosotros no contamos. Lo lógico es que nazca respeto que pone de relieve nuestra inferioridad. Si lo miramos desde la ventana de nuestra verdad más interna puede que nos sintamos tocados por la novedad de alguien que es capaz de llevarse todas las miradas y que nosotros no conseguimos. Lo natural es que aparezca esa desconfianza que hace visible nuestra indignidad. ¿Y si cambiamos la perspectiva? ¿Y si vemos riqueza en la novedad? ¿Y si vemos conocimiento en la habilidad? ¿Y si vemos referencia en la virtud? Cuando ponemos la mirada en nuestros miedos e inseguridades provocados por la novedad de lo diferente no nos será fácil poderlo acoger e, incluso, amar.

Y, por último, es cuestión de distancia o cercanía. La distancia ayuda a ver las cosas con mayor amplitud sin quedarnos con el detalle: tenemos todo el paisaje, todas las piezas, todo lo necesario para completar la imagen. Podemos conocer lo diferente o a la persona que es diferente a nosotros con cierta distancia sin relacionarnos directamente, pero tocando nuestras vidas, estando en el mismo ambiente. Cuando observamos a la otra persona en la distancia, a esa otra persona diferente a nosotros, podemos percatarnos de más cosas: vemos cómo se relaciona con los demás, cómo realiza su trabajo, cómo invierte su tiempo, cómo camina, cómo vive, cómo reacciona. Quizá no veamos el sentido a esta distancia pues no tenemos contacto con la persona, pero nos da una información valiosísima porque nos ayuda a familiarizarnos con ella, a acogerla sin esos juicios que quizá aparecerían de más cerca. Pero, también, la diferencia es ganancia en la cercanía. Cuando nos acercamos a conocer de tú a tú. Algunos puede que piensen que perderán su identidad o se verá amenazada cuando dejen entrar en sus vidas a esa persona o cosa diferente. Pero muchos olvidan que a medida que se conoce, uno se reconoce. Cuando se van conociendo aspectos de la otra persona, uno pone palabras a los propios y coge más identidad. ¡Somos más nosotros con quien es diferente! Se pone en evidencia nuestras personas cuando compartimos con otros. Estos otros son necesarios en nuestras vidas para descubrir nuestro ser.

Tú, yo, nosotros, todos somos diferentes. Cada uno de nosotros tenemos una novedad que aportar a este mundo. Y en esta novedad está el gusto por vivir, por conocer, por empaparse de lo nuevo que puede hacer alguien y quedar admirado.


Volver a la Portada de Logo Paperblog