¿difícil?

Díficil? Y a mí qué. Díganme qué hay en la vida que no sea difícil. Todo es difícil. Por eso merece la pena. Por la dificultad. Lo fácil no existe. Únicamente es un espejimo. La experiencia sirve para adecuarnos a las cosas, de difícil a fácil. Y en este punto nos quedamos. Sin atender a que alguna vez fue difícil. No nos engañemos. El ser humano ha hecho las barreras de la naturaleza más llevaderas y fáciles. Pero no hay nada regalado. ¿Cómo era eso de que "los ricos también lloran"? Todos los caminos, dicen, conducían a Roma -o conducen-. Y aquello de "el que se fue de Sevilla, perdió su silla" -sacado de una anécdota real de la difícil vida misma-. Nunca fue fácil llegar a Shangri-La, la ciudad de la eterna juventud. Pero, y a mí qué. No por eso me voy a "meçer las barbas" para darme honra. Eso queda a lo lejos en el  Cantar de Mío Cid. Ni Quijano Alonso me he vuelto loco por los libros de caballerías. A nadie le han dado  la palabra fácil, por muy regalada vida que haya tenido o tenga, ya que toda circunstancia lleva consigo una dificultad. Y la felicidad está envuelta por ella. Todo queremos la misma felicidad, pero en algún punto de nuestras dificultades emocionales, se transformaron en estúpideces materiales o espirituales.