Revista Religión
Leer | MATEO 10.32, 33 | La vida a menudo exige pruebas. A veces, parece que no importa lo que digamos, la gente simplemente no nos creerá, a menos que podamos aportar una demostración definitiva. Eso puede ser algo bueno cuando lo que usted está diciendo es la noticia más importante del mundo, y tiene la evidencia para respaldarla.
La noticia de la que estoy hablando es el evangelio de Jesucristo que nos salva. Y la prueba es su propio testimonio personal.
Cada creyente tiene una historia irrefutable de cómo fue salvo por Cristo de sus pecados. Es desalentador cuando la gente resta importancia a su historia al considerarla aburrida o “común”. ¿Cómo puede ser común esta historia? No se trata de un relato sobre cómo pasó usted el día; estamos hablando de un suceso sobrenatural. Es la descripción de cómo el Todopoderoso entró a su corazón. Una noticia como ésta dista mucho de ser aburrida.
Recuerde que nadie es capaz de negar su testimonio. Es su historia, el relato veraz de cómo Dios ha obrado en su vida. Un testimonio es comparable a una huella digital: no hay dos iguales. Y a pesar de los detalles, nadie puede negar la experiencia personal que usted tuvo. Y aunque algunas personas no crean en el poder de Cristo, no podrán refutar lo que Él ha hecho en su vida.
Dar testimonio de nuestra fe con valentía puede ser un desafío, especialmente si usted no tiene la seguridad de cómo reaccionarán quienes le escuchen. Pero recuerde que Dios le hizo a usted un regalo especial al darle un testimonio exclusivo. ¿Está compartiendo ese regalo con otros?
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