Hace unos meses nos sorprendimos a través de la prensa, que nos mostraba la decisión de Finlandia, de reducir la enseñanza de la escritura a mano/caligrafía por la letra de “palito” fomentando la escritura mecanografiada.
En las empresas, vida social, nuestro día a día… hace tiempo que vivimos (mejor dicho, tratamos de sobrevivir) la digitalización que nos rodea.
En ambos casos se trata de “adaptación al medio”. En el caso de la educación se justifican por el hecho de aprovechar el tiempo en aprendizajes productivos y en el segundo, tratamos de gestionar las herramientas o los elementos de la mejor manera posible.
“La escritura caligráfica; es una forma de expresión en la que podemos ver proyectada nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestras emociones…”
Está claro que la tecnología nos ha facilitado muchas cosas, nos facilita estar “casi” en varios sitios a la vez, nos facilita estar conectados e informados en todo momento, tenemos diferentes dispositivos para todos los gustos… y evidentemente esto es algo que afecta a nuestra relación con el entorno. No sólo a lo que le pedimos, que cada vez demandamos más elementos dinámicos, interactivos, visuales, rápidos, … sino también al tipo de relaciones entre nosotros. Antes existían amig@s, conocid@s, compañer@s y familia (por simplificarlo mucho), ahora casi se pueden dividir o encontrar subtipos conforme a los grupos existentes de whatsap, si estamos en facebook, o en algún grupo de linkedin, lista de twitter…
A pesar de esta “evolución” en cómo nos relacionamos con el entorno, existe algo más simple y básico, pero fundamental, que es nuestro cerebro.
He empezado hablando de las escuelas en Finlandia, y considerando todo lo comentado, parece justificarse la eliminación de tiempo en el desarrollo de la escritura caligráfica y substituirla por la mecanográfica.
Ahora bien. Nuestro cerebro necesita la escritura caligráfica; es una forma de expresión en la que podemos ver proyectada nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestras emociones….
Tanto para el autoconocimiento como para la gestión emocional, tanto desde la psicología como desde el coaching, recomendamos la escritura caligráfica. Escribir a mano permite niveles de introspección que la escritura mecanográfica no alcanza, el nivel de insight que se genera es muy alto y eso en ocasiones permite que escribir nos ayude a centrarnos, a tomar una decisión, a relativizar, a tomar conciencia… cosa, que hoy por hoy, la tecnología todavía no nos permite. Además de una motricidad fina, que nos permite realizar movimientos acompasados.La agencia EFE escribió este artículo en su revista digital en la que se tratan de aunar testimonios de diferentes expertos que argumentan cómo nos afecta la escritura caligráfica a nuestro desarrollo.
Quizás esta fusión con las nuevas tecnologías nos lleve algún día a vivir rodeados de androides tipo Bladerunner o I, robot y nos tengamos que regir por las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov:
• Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
• Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
• Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
Aunque esto de momento… esto es sólo ciencia ficción.
Siempre podemos volver a los cuadernillos Rubio…
Gerente Cegos