Todo rostro inocente tiene un lado salvaje.
Y dijiste mamá y fue revolucionario, porque nos lo dijiste a las dos. Te pones en pie, intentas mantener el equilibrio, te ríes de tu propia osadía y te dejas caer sobre el pañal. ¿Mamá?, preguntas cuando oyes el ascensor, queriendo saber si ya llega la que te falta de nosotras dos. Mamá, me dices tendiéndome uno de tus cuentos para que te lo lea. Mamá, le dices señalando tu zumo de manzana. Así, a chupetazo limpio, rompiendo esquemas desde pequeñita. Imposible no estar orgullosa de ti. Te quiero hija.