Revista Espiritualidad
Esta palabra griega suele traducirse por justicia, pero tuvo otros sentidos, como camino, senda, es decir, "camino que habitualmente sigue la conducta de cierta clase de gente, o el curso normal de la naturaleza". Este sentido arcaico no conlleva asociación alguna con ideascomo rectitud u obligación, sino simplemente remite a el camino que se suele seguir en determinados casos, “lo que se espera de una persona”, “lo normal”, “el curso habitual de las cosas”, o “el proceso normal de los acontecimientos”, de una enfermedad, por ejemplo, como aparece en una cita de Hipócrates, al referirse al curso de la dike. En la Odisea hay también referencias a la dike de los señores y la dike de los siervos, lo que se espera de ellos. Así, pues, el significado de dike ha sufrido algunos cambios a lo largo del tiempo, un deslizamiento desde la idea de curso normal de los acontecimientos, sin connotación moral alguna, hasta los que se espera de una persona en sentido conductual: pagar las deudas, ser decente, etc. Este deslizamiento puede detectarse entre Homero y Esquilo, donde dike ya aparece personificada, sentada justo a Zeus, representando el espíritu de la rectitud. Ahora ese camino ya es o ha de ser recto, aunque seguramente el sentido original pervive en la memoria cultural de esos griegos clásicos. Según sigue explicando Guthrie, en el momento en que Platón se ocupa de la cuestión de la justicia, la dike, en La República (y también antes, en el Gorgias), ya se ha completado el deslizamiento desde lo natural hasta lo moral, donde Platón acepta la siguiente definición: “el estado del hombre que sigue la dike, no significa otra cosa que ocuparse de sus propios asuntos, haciendo cada uno lo que debe hacer y según el modo como debe hacerlo, sin mezclarse en las maneras de proceder de otras personas ni tratar de hacer por ellas las tareas que les corresponden”, que es una nueva definición de justicia que a la vez recupera parte del significado primitivo, arcaico, un “significado que tenía sus raíces en la distinción de clases de la antigua aristocracia homérica”, junto a un sentido moral que no estaba inicialmente en el término. En esa nueva definición aparece marcada la función del sujeto en la ciudad platónica: ocupar un lugar y ejercer las funciones que le corresponden, de acuerdo con la estructura de su alma, sin ocuparse de otras tareas (es decir, que el artesano debe hacer zapatos pero, sobre todo, no debe gobernar, o viceversa). Para llevar a cabo esta transformación moral, Platón recurre al referente aristocrático de la vieja idea de dike, donde la recta actuación se relaciona con el hecho de que, en las sociedades arcaicas, cada cual sabe cuál es su lugar y qué se espera de él. Obviamente, esta concepción no encaja con la mentalidad democrática, por la cual todo pretenden alcanzar cualquier posición de gobierno.FUENTE: Guthrie, Los filósofos griegos. México DF, FCE, 1985, págs. 11-13.