Para los antiguos griegos, la filosofía nació del asombro. Según Aristóteles les asombraba tanto la naturaleza como las proporciones matemáticas. Por eso la diosa de la sabiduría era Palas Atenea, representada con los asombrados ojos de lechuza. A mí no me asombra tanto la naturaleza como las explicaciones que se han dado sobre ella. Descartes creyó que lo espiritual era lo opuesto de lo material. Si la esencia de la materia es la extensión y la masa, la esencia de lo espiritual es la carencia de esas cualidades. El espíritu es inextenso. Pero si todo espíritu es inextenso, ¿cómo puede Dios ser infinito y distinguirse de todos los demás espíritus? ¿Cómo puede estar en todos los rincones del cosmos y más allá de este, en todos y cada uno de sus átomos, si ni siquiera tiene la extensión de un átomo?
También me sorprenden las explicaciones materialistas. No hay una buena definición de materia. En pleno siglo XX, Lenin la designó como “una categoría filosófica que sirve para designar la realidad objetiva”. Si existe lo objetivo, también existe su opuesto, lo subjetivo, pero no fue definido ya que en los inicios de URSS se consideró sospechosa incluso la palabra psicología y se intentó sustituirla por “reactología”, con lo que parece que lo subjetivo no es más que una reacción a lo objetivo (ver La filosofía actual, de I.M. Bochenski).
Es de sobra conocido que para el marxismo hay leyes dialécticas que gobiernan la materia. Nunca hubo una respuesta unánime a la naturaleza de esas leyes. ¿Son independientes de la materia y la gobiernan? Si es así, ¿cuál es su origen?, ¿o emanan de la materia, dependen de ella y un cambio material significa un cambio de leyes? La dependencia del marxismo respecto de la dialéctica hegeliana creó esa confusión.
Pero lo que los físicos llaman leyes de la naturaleza tampoco escapan de interrogantes parecidas. ¿Es la gravedad algo externo a los cuerpos que los hace moverse en trayectorias definidas o depende de la masa de los cuerpos que “tuercen” el espacio-tiempo? Si la respuesta es lo segundo, la gravedad es una consecuencia de que existan cuerpos con masa, no es anterior a ellos ni capaz de formar universos como sostuvo un físico recientemente. Es claro que las leyes de Kepler, especialmente la tercera, no pasa de ser una descripción matemática de la proporción entre la longitud de la elipse y la distancia media de un planeta al Sol. No la decretó nadie, no fue así en un pasado remoto ni lo será cuando el sistema solar se acerque a su fin, ni es una regla fija de todo sistema solar conocido.
El origen de las leyes de la naturaleza es incierto. Pueden depender de la materia y, como esta puede cambiar, las leyes cambiarán con ella. Pueden depender de un legislador divino, pero como la voluntad de ese legislador podría cambiar, tampoco las leyes son fijas. Kant, para hacerlas fijas, las hizo depender del sujeto cognoscente, pero no se planteó que la forma de conocer del sujeto no tenía por qué ser siempre la misma. La base de que algo es una ley de la naturaleza es la predicción. Un físico predice la fuerza con que un meteoro golpeará un planeta con base en las leyes de Newton, como la fuerza del impacto se cumple, decimos estamos ante una ley. Kant comprendió que la predicción es fundamental en la ciencia y su explicación fue que podemos predecir el comportamiento del mundo fenoménico porque inferimos las leyes que ya hemos puesto en él. Los objetos giran en torno al sujeto y no este en torno a ellos, en eso consistió su revolución copernicana o contrarrevolución ptolomeica como la llamó Bertrand Russell.
Un materialista no puede acudir a las explicaciones kantianas porque para él el sujeto es producto de las mismas leyes materiales. En un pasaje, Marx dice que la conciencia refleja el mundo material. Para Hawking, la conciencia es efecto de los movimientos de los trillones de partículas que nos conforman. Si eso es así, ¿cómo es que Marx y Hawking se atrevieron a hacer predicciones? Los espejos, en el caso marxista, solo reflejan el presente, nunca acontecimientos futuros y él osó decir cómo se iba a caer el capitalismo y cómo iban a actuar los obreros ante esa caída. Si la conciencia de Hawking, o la de Dawkins, son solo el resultado de movimientos cerebrales, ¿cómo pueden predecir sucesos físicos futuros y con eso probar que hay leyes en la naturaleza? Los movimientos de partículas no pueden predecir movimientos de partículas futuros. Eso lo habrían sabido Hawking y Dawkins si hubiesen estudiado epistemología.