La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha comparecido ante el país tras la ola de protestas que pide mejores servicios. La mandataria confía que el Congreso apruebe un proyecto para destinar las ganancias del petróleo a la educación, según RT.
Rousseff, sostuvo en su mensaje que la violencia que se ha suscitado en los últimos días, en la nación suramericana, no puede afectar las protestas democráticas que se han estado realizando, informó la Radio del Sur.
"Los que están en las calles quieren transformar las acciones pacíficas que se venían realizando en una realidad violenta" y el "Gobierno de Brasil no puede aceptar que una minoría perjudique al país", señaló durante su alocución.
La dignataria afirmó que como "Presidenta tengo la obligación de escuchar la voz de todos los sectores dentro de los principios de la ley y el orden de Brasil; un país que luchó mucho para ubicarse como una nación democrática".
Manifestó que "con firmeza vamos a continuar garantizando el derecho a la manifestación pero vamos a mantener el orden del país, porque somos el Gobierno de todos, de los que manifiestan y de los que no manifiestan".
"Necesitamos oxigenar nuestra política, que traiga instituciones más transparentes (...), es la ciudadanía la que debe ser escuchada y no el poder económico". Convocó a los jefes de los poderes públicos del país para introducir mejoras en los servicios, una de las principales demandas de las protestas pacíficas.
También precisó que recibirá a los dirigentes de los movimientos sociales. "Necesitamos de sus contribuciones, pensamientos y experiencias para avanzar hacia el futuro".
En tal sentido, indicó que "los que están en la calle" generando acciones violentas "quieren cambiar esta realidad". Sostuvo que los manifestantes tienen la libertad de cuestionar y de exigir una mayor calidad de vida" pero siguiendo las vías pacíficas.
Las movilizaciones y protestas tuvieron como detonante el aumento de las tarifas de transporte público en el país anunciado por la autoridades, así como el rechazo al gasto público para la realización del Mundial de Fútbol 2014.
Estas protestas que se desarrollaron, principalmente, en las ciudades de Brasilia y Río de Janeiro, ubicadas el sureste del país, lograron que la medida quedara sin efecto y los pasajes regresaran a sus valores regulares