Cuando una de nosotras pasó por una mala racha, sus queridas amigas, entre las que, por supuesto, se encontraba la otra mitad de Retro y con encanto, le hicieron una fiesta de cumpleaños. No era una edad redonda, como se suele celebrar. Los 44 fueron dolorosos, pero con ayuda de estas queridas incondicionales, se fue mitigando la angustia y pasados unos meses se volvió a repetir la quedada. Esa vez recibió uno de los regalos más preciados de su vida, un carta de Teresa de Calcuta escrita a mano por una de las congregadas en nuestra reunión. Esa carta permanece, a pesar de los años, en un lugar destacado del hogar de quien, con tamaño apoyo, logró superar la rotura de un corazón. Por eso la tenemos junto a nuestras flores "Siemprevivas", porque así nos sentimos al leerla. El amor que desprenden las letras de estas misivas traspasan épocas y, como ya os contamos un buen día del año 2015, impregnan nuestros corazones de sentimientos, recuerdos, dulzura, cariño y agradecimiento. Volvemos a dar gracias desde lo más hondo a todo el que, con el simple acto de escribir, consiguen lo que, en un primer momento, parece inalcanzable...
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Hoy nos hemos levantado con añoranza... Ahora, ¡a trabajar!