Vivimos en una época convulsa y llena de “rápidos” por los que nos desplazamos en nuestro quehacer diario. Hemos puesto nuestro piloto automático que nos lleva por los senderos habituales de nuestra vida sin apenas realizar ningún esfuerzo mental consciente, no tomando en consideración la mayor parte de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Tan sólo focalizamos nuestra atención en una pequeña parte de la realidad que nos rodea.
Donde focalizamos nuestra atención y como lo hacemos tiene un gran impacto en nuestro estado interno y, como consecuencia, en la calidad de nuestras experiencias y en nuestra forma de actuar. En última instancia, la calidad de nuestras vidas la determina la calidad de nuestro pensamiento. La calidad de nuestro pensamiento, a su vez, la determina la calidad de nuestras preguntas, ya que las preguntas son la maquinaria, la fuerza que impulsa el pensamiento. Sin las preguntas, no tenemos sobre qué pensar. Sin las preguntas esenciales, muchas veces no logramos enfocar nuestro pensar en lo significativo y sustancial.
“Hacer preguntas es prueba de que se piensa.” Rabindranath Tagore
Las preguntas tienen una extraña cualidad: no puedes dejar de responderlas. Te obligan a reflexionar sobre tu experiencia. Incluso si la respuesta que te das es “no sé” para llegar a ella primero has tenido que pensar en la pregunta y revisar tu experiencia. Te permiten facilitar que emerjan nuevas y poderosas respuestas interiores para hacer frente a las diversas situaciones de la vida. Nos ayudan a tener acceso a los recursos y capacidades que hay dentro de nosotros permitiéndonos aflorar nuestro poder personal.
En todo momento nuestra evaluación de la situación que estamos viviendo determina donde enfocamos nuestra atención. Las evaluaciones no son otra cosa que preguntas que nos hacemos a nosotros mismos. Nuestro estado interno y en último lugar, nuestra vida, es el resultado de las preguntas que nos hacemos.
Para dominar nuestro estado debemos, por tanto, controlar la calidad de las preguntas que nos hacemos a nosotros mismos. Para ello es conveniente:
- Eliminar aquellas preguntas limitantes que nos hacen entrar en un bucle negativo sin fin.
- Hacernos preguntas que nos potencien y nos motiven a hacer cosas y a sentimos bien.
Te propongo que cada vez que finalices tu jornada, pienses en tres situaciones que has vivido y te hagas las siguientes preguntas:
- ¿Qué puedo aprender de esta situación? Enfoca tu pensamiento hacia el aprendizaje.
- ¿Qué hay de bueno en esta situación que no he notado? Enfoca tu pensamiento en la búsqueda de algo positivo, en una situación que podría ser inicialmente mala o desagradable.
- ¿Qué otras alternativas pueden aplicarse a esta situación? Enfoca tu pensamiento en más opciones de respuesta.
Por José Ignacio Fernández, Master Practitioner PNL, PNL Coach invitado por Andrés Ubierna