Dina, la niña de Chefchaouen que se quedó con un trocito de mi corazón. | Sobre la importancia de tener una familia
Chefchaouen 15/01/2016
En Chefchaouen hay un lavadero en el río al que algunas mujeres continúan yendo para lavar la ropa “de manera tradicional”, dicen. Pero restregar la ropa contra la piedra con jabón y agua fría pudo ser tradicional hace un tiempo, en Marruecos supongo que quien lo sigue haciendo es porque no se puede permitir pagar una lavadora.
¿Conjetura o realidad? Allá que voy para comprobarlo por mí misma. La zona es preciosa, no me extraña que se use como reclamo turístico porque tiene su encanto. Tardo en llegar a mi destino porque hay bastante gente por los alrededores que, sin más, le apetece hablar con los que por allí pasamos. Ya estoy acostumbrada a que me pregunten por enésima vez mi origen pero no me importa, disfruto viendo cómo se les ilumina la cara cuando digo que soy andaluza. A esta gente Andalucía les suena cercano y familiar y yo cada vez más me siento como en casa.
Llego al lavadero y sí, hay una chica que está lavando la ropa con agua muy fría. Pero me llama más la atención la familia que hay justo al otro lado del río: están vendiendo telas de colores y tienen a un pavo real atado a un palo, listo y preparado para salir en las fotos de cualquier cámara aleatoria que lo retrate. No quiero hacerle fotos a un pavo y encima pagar por ello, tampoco me interesan los pañuelos… ¡oh! ¿Pero quién es esta criatura tan adorable? Una niña me abraza una pierna, agacho la cabeza para mirarla y plof, me rompe el corazón en mil pedacitos para quedarse con uno.
–Se llama Dina y tiene dos años. –me dice un hombre en un español perfecto. Hakim me lleva un rato observando, él también tiene una cámara al cuello y me cuenta que es fotógrafo, el que le hace las fotos al pavo y a los turistas. Me presenta a la madre de la niña, quien trabaja en ese rincón vendiendo las telas de colores. Le pido permiso para hacerle un retrato a la niña pero solo habla árabe, le señalo la cámara y a Dina, me sonríe, le sonrío y así cerramos el trato. Me siento en el borde del lavadero y sigo jugando con mi nueva amiga, que parece que le gusta tocarme el pelo. Estamos tan juntas que me veo en sus ojos. Los adultos han vuelto a sus quehaceres y de vez en cuando nos miran de reojo. Hay un momento en el que le doy una moneda a Dina, que va corriendo a dársela a su madre y enseguida vuelve conmigo. ¿Estará acostumbrada a que la gente le de limosna, tan pequeña? ¿O simplemente ha sido un gesto infantil de querer compartir su nuevo objeto? Tras hacerle cucamonas por un largo rato, me levanto con intención de seguir el camino. Hakim no quiere dejarme ir y me da conversación, temas banales, hasta que me lo suelta:
–¿No quieres acoger a Dina? Somos muy pobres, llévate a la niña contigo, a tu casa.
Si Dina me había roto el corazón en mil pedazos, Hakim me lo acaba de hacer picón.
¿Te imaginas lo diferente que puede ser la vida de alguien al que se le da la oportunidad de vivir en un entorno más estable al que le tocó por sorteo el día de su nacimiento? ¿Te imaginas dándolo todo por un hijo que no es tuyo? ¿No es eso la forma más brutal de cambiar el mundo –su mundo–? ¿Te imaginas siendo ese hijo que crece con una familia no biológica, la enorme gratitud que debe sentir hacia esa, su gente? No me lo imagino, no.
Esta entrada corresponde a la serie Genios terrenales. Dina aún no siente esa pasión que caracteriza a los protagonistas de esta serie porque apenas si levanta un palmo del suelo. Aunque sí es capaz de remover emociones y es una gran personita en potencia. De los demás depende que así sea.
Acoger a un niño: medida temporal o permanente en la que el niño vive en casa. El niño mantiene vínculos legales (incluso afectivos) con su familia de origen.
Adoptar: se rompen los vínculos legales con la familia de origen. A veces sucede que el niño no tiene familia.
Apadrinar: ayudar económicamente a un niño que sigue viviendo con su familia en su país de origen.
About the author
Beatriz Lizana. Curiosa ad infinitum. Creativa. La escritura y la fotografía como herramientas para entender el mundo. "Puedo prometer y prometo que jamás dejaré de aprender".
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