La accidentada costa bretona sorprende con lugares cuyos nombres hablan por sí solos como l’Enfer de Plogoff (Infierno de Plogoff) o la Baie des Trépassés (Bahía de los muertos), pero también con playas de arena fina y dorada que gracias a su clima suavizado por las corrientes marinas atraen cada verano a un gran número de bañistas. Las mejores playas se encuentran en la parte de costa que va desde el Cabo Fréhel hasta Cancale, conocida como Costa Esmeralda, nombre dado por Eugène Herpin - historiador y abogado del siglo XIX, hijo de Saint-Malo - debido al color de sus aguas en algunas circunstancias, hecho que no pudimos apreciar debido a los días grises y lluviosos que tuvimos.Lo que sí es fácil observar es el fenómeno de las mareas, las mayores de Europa, que aquí llegan a superar los 14 metros entre bajamar y pleamar y que cubren y descubren la playa y el litoral cada seis horas.
DINARD
Separada de Saint-Malo por el estuario del río Rance, la ciudad de Dinard tuvo su época de gloria a mitad del siglo XIX cuando la aristocracia inglesa y otros afortunados de la alta sociedad que podían permitirse unes vacaciones, las disfrutaban en esta parte de la costa.Fue el conde de origen libanés Rochaïd Dahdah el impulsor de Dinard y el que promovió el cambio de aquel pequeño pueblo de pescadores en una ciudad glamourosa. En días de mal tiempo como el que tuvimos nosotros, muy frecuentes además en Bretaña, es inevitable preguntarse qué se les había perdido por allí, supongo que el conde -como la mayoría de libaneses- era un astuto negociante que supo vender bien el destino. El hecho es que hacia los años 30 empezaron a marcharse a la Côte d’Azur, buscando el mejor clima mediterráneo y Dinard empezó a decaer.Aunque sea considerada la ciudad francesa más británica, también acudía selecta clientela de otros paises europeos, como algunos miembros de las familias reales -entre ellos el rey Alfonso XIII- nobles, políticos, industriales, y personalidades de la cultura y el arte como Oscar Wilde, Agatha Christie, Winston Churchill, Julio Verne, Pablo Picasso, Laurence d’Arabia, los hermanos Lumière, Roland Garros y otros tantos.
De aquella época ha perdurado un interesante patrimonio arquitectónico, no sólo por las elegantes mansiones (hay contabilizadas 407 villas protegidas) sino también casinos y hoteles acordes con los distinguidos visitantes.La mayoría de villas se encuentran en el paseo que conducte a la Punta de la Malouine.
La ciudad tiene diferentes playas, però la más popular es la Playa de l’Écluse que encontramos en marea baja. Es la más animada, donde se encuentran tiendas, restaurantes y mucho ambiente a pesar del mal tiempo.
Caminamos hasta la Punta du Moulinet por el camino de ronda que al final nos muestra las mejores vistas de Saint-Malo.
La Punt de la Malouine y la Punta du Moulinet abrazan la Playa de l'Écluse.
Vista de Saint-Malo desde la Punta du Moulinet en Dinard
Camino de ronda a la Punta du Moulinet
Punta de la Malouine
Comimos en uno de los restaurantes de la Playa de l’Écluse y degustamos los típicos mejillones acompañados con sidra bretona y una deliciosa crêpe.El centro de la ciudadtiene también bonitos ejemplos arquitectónicos, por lo que es interesante dar un paseo sin rumbo por sus calles más alejades de los paseos marítimos y curiosear por el mercado para descubrir las especialidades gastronómicas bretonas.
Nos llamó la atención la escultura de Alfred Hitchcok con sus terroríficos pájaros y es que en Dinard, cada otoño se celebra un reconocido Festival de Cine Británico.
Cómo ir de Dinard a Saint Malo
Si vamos en coche, por carretera se tardan unos 25 minutos en recorrer los 12 kilómetros de distancia siempre y cuando no haya atascos para cruzar el río por la Presa de La Rance, una central maremotriz construïda en los años 60, obra de ingeniería que aprovecha la fuerza del agua al subir y bajar la marea para mover las turbinas. Hay posibilidad de realitzar una visita.
Si por el contrario viajamos en transporte público o queremos ir de Dinard a Saint-Malo olvidándonos del coche, aparcamiento y atascos, lo más rápido es cruzar el estuario con el autobús del mar “Le Bus de Mer” que va de una orilla a otra en apenas 10 minutos.
SAINT-MALO
Es una ciudad muy antigua, se fundó en el siglo XII y el nombre hace referencia al monje “Mac Low” que en el siglo V se convirtió en obispo de Alet (absorbida por Saint-Malo), origen de la actual ciudad.
En Saint-Malo la imaginación me llevó a épocas pasadas cuando era refugio de corsarios ya que desde el siglo XIII la principal actividad de los habitantes de Saint-Malo era precisamente ésta, piratear los buques enemigos.En el siglo XVI, de su puerto partió Jacques Cartier, el primer gran explorador francés, quien llegó a Terranova y pisó tierra canadiense. Gracias a Cartier, el golfo y río de San Lorenzo aparecieron por primera vez en un mapa. Desde su puerto zarparon exploradores y navegantes que comerciaban con África y las Américas lo que trajo gran prosperidad a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Las historias de navegantes llenan tantas páginas de los libros de Historia de la ciudad como los sucesos de la II Guerra Mundial.
Los bombardeos de las tropas aliadas en 1944 para liberar Saint-Malo de los alemanes destruyeron la mayor parte de la ciudad y del puerto. Su reconstrucción se llevó a cabo siguiendo los planos originales y el puerto vuelve a tener una gran importancia, siendo el primero de la costa norte francesa.
Visita de Saint-Malo
La oficina de turismo está en el puerto, fuera de la muralla. Con el mapa en las manos (0.30€) nos disponemos a descubrir la ciudad que podríamos dividir en dos partes: fuera y dentro de la muralla.
Fuera muralla:
El Puerto, la Playa y las islas cercanas son sus principales atractivos.
La playa más larga es la Plage du Sillon de 3 kilómetros de arena fina. Se extiende hasta los pies de la ciudad amurallada y llama la atención su rompeolas de principio del siglo XIX que consiste en una larga fila de estacas de madera clavadas en la arena.
A pesar de su función, en algunas ocasiones las olas son tan inmensas que superan las estacas y el dique e inundan las calles de la ciudad. Varias postales en las tiendas de recuerdos, muestran imágenes de estos impresionantes temporales marítimos.
Playa du Sillon
Frente a la playa vemos el Fuerte Nacional y las islas de Grand Bé y Petit Bé, donde se puede ir caminando cuando baja la marea. En la isla de Petit Bé hay un fuerte y en el Grand Bé la tumba del famoso escritor Chateaubriand, hijo de la ciudad.
Caminando en marea baja hacia el Petit Bé
Unas visitas organizadas ayudan a descubrir la fauna y flora que queda al descubierto en marea baja, una actividad que puede resultar muy interesante si se dispone de más días.
Perímetro de la muralla:
Una idea genial es recorrer todo el perímetro de la muralla que nos llevará entre hora y media a dos horas. Tal como he comentado, tanto la muralla como la mayor parte de la ciudad antigua es una reconstrucción pero considero que está bien lograda.
La muralla fue diseño del ingeniero militar Vauban quien durante el siglo XVII fortificó muchas ciudades de Francia y sobre el cual he escrito en varias ocasiones. Ver aquí y aquí.
Es un paseo muy agradable, por un lado vamos viendo las calles de la ciudad y por otro el mar del Canal de la Mancha, las playas y los fuertes.
Entre los bastiones de Saint Louis y Saint Philippe nos queda al frente el estuario y la ciudad de Dinard.
Dinard al otro lado del estuario
Intramuros:
Podemos empezar el recorrido entrando por cualquiera de las puertas de la muralla. Aunque creo que lo mejor es ir sin un rumbo prefijado, una idea podría ser la que más o menos hicimos nosotros:
Entramos por la Puerta de Dinan y seguimos por la calle del mismo nombre, la Rue Dinan, muy animada y llenas de comercios.
Llegamos a la coqueta Place du Marché aux Légumes, que tal como recuerda su nombre, era un mercado de legumbres y hortalizas, hoy en día llena de pequeños restaurantes.
Place du Marché aux Légumes
Place du Marché aux Légumes
Place du Marché aux Légumes
Entre casas de antiguos armadores y corsarios, restaurantes, tiendas de recuerdos, puestos de venta de quesos o galletas bretonas elaboradas con mantequilla (entre otras especialidades de la región), llegamos hasta la Catedral de Saint Vincent que mezcla diferentes estilos ya que se inició en el siglo XII y su construcción duró cinco siglos.También fue gravemente dañada y posteriormente reconstruida.
Catedral de St-Vincent
Catedral de St-Vincent
Productos bretones
Continuamos por la Grand Rue que va de la Catedral a la Place du Poids du Roi donde hay otra puerta de muralla, la Grande Porte.
Grand Rue
Grand Rue y Grande Porte al final
Siguiendo la muralla vamos recorriendo la Rue des Cordiers, donde se encuentra el gran mercado Halle au Blé, que encontramos cerrado por ser festivo, la Rue Jacques Cartier, calles con muchos restaurantes especializados en pescado y marisco.Halle au Blé
Rue Jacques Cartier
Venta de marisco
Llegamos a la Plaza de Chateaubriand junto al Castillo de la Duquesa Ana (S. XV) actualmente ocupado por el Ayuntamiento y el Museo Municipal.
Hotel de Ville, antiguo Castillo de la Duquesa Ana
Salimos por la monumental Puerta de Saint Vincent, justo delante de la oficina de turismo.Puerta St Vincent
CANCALE
De Saint Malo a Cancale hay 27 km que se recorren en una media hora.Si os gustan las ostras que no es nuestro caso, seguro que habréis oído hablar de las famosas ostras planas de Cancale, un buen lugar para acercarse a comer.
Homenaje a las mujeres cancalesas
Tras una pronunciada pendiente se llega al puerto, lleno de restaurantes donde se sirve la especialidad estrella de Cancale, las ostras, además de diferentes tipos de mariscos. No es cosa de modas actuales, ya que los romanos supieron también apreciar las ostras de Cancale.
En dirección al puerto
Restaurantes de marisco en Cancale
Se pueden degustar también en los puestos junto al puerto donde los productores las venden por unidades.Mucho se debe a la valentía de las mujeres cancalesas cuyos maridos zarpaban hacia Terranova durante seis o siete meses y sus mujeres gestionaban la venta de los productos del mar esperando su regreso.
Venta de ostras
Sucesivos naufragios llevaban la desgracia a muchas familias que además de perder a los seres queridos les dejaba en la ruina. A principios del siglo XX fue una época complicada para Cancale ya que se empezó una campaña de desprestigio contra el marisco de Cancale orquestada por comerciantes de otra región francesa (Charente maritime) acusándoles de que su marisco era el causante de la transmisión del tifus.
A principios de los 60 las heladas del 1963 que azotaron gran parte de Europa dañaron los parques de ostras de Cancale y el 80% se destruyeron.Con marea baja se pueden ver los cuadriculados criaderos que abarcan 366 hectáreas las cuales se cubren con la marea alta.
¿Por qué son tan ricas? Parece ser que su sabor es debido a la riqueza del plancton de la Bahía del Mont Saint-Michel. Úna pena que no nos gusten, porqué con una copita de vino blanco o sidra deben estar riquísimas. Será que las hemos probado poco.