Avanzaba con pequeños pasos, balanceando la cabeza hacia delante y hacia detrás. Gracias a su plumaje se protegía de las bajas temperaturas, y buscaba atento en el suelo algo que comer: pequeños insectos, gusanos, semillas, frutos…
No sabía que a través de la niebla dos pares de ojos le observaban: unos, curiosos; otros, hambrientos.
Lanzó un reclamo y un segundo dinosaurio apareció al cabo de un rato. Empezaron a interactuar entre sí, levantando las colas, erizando el plumaje, gorjeando, desconocedores del peligro que los acechaba.
El depredador, tan distinto a ellos, cubierto de pelo, se acercaba sigilosamente, con sus ojos amarillos fijos en ambas presas.
De repente, se oyó un estruendo y los iluminó una intensa luz… y los pájaros salieron volando cuando el coche apareció en la pequeña carretera. Antes de subirse en él, la chica, curiosa, observó como el gato se marchaba sin su desayuno.
CARLOS DE MIGUEL

Este relato fue publicado por Carlos en El Blog de Las Hoyas el pasado octubre.
Aprovecho para recordar que el plazo de entrega de relatos para el Segundo Certamen Literario Koprolitos sigue abierto hasta el 16 de Diciembre. ¡Animarse!
