Este viernes 11 de marzo, el papa Francisco y los miembros de la curia han concluido los Ejercicios Espirituales. En su última reflexión, el Padre Ermes Ronchi, que los dirigía, ha hecho hincapié en que Dios no es un producto de nuestra razón o una idea, sino una persona real que está cerca de nosotros en todo momento: Solo cuando se logra experimentar al Dios “doméstico” o familiar, entonces conocemos realmente el “Dios de la vida”.
Su reflexión partía de la Anunciación: el ángel del Señor visitó a María en “un día cualquiera, en un lugar cualquiera” y elige “a una joven cualquiera”. Nos descoloca percibir cómo el momento más importante en la historia humana se lleva a cabo en completa normalidad. “El primer mensaje de gracia del Evangelio nos llega en la normalidad de una casa”, dijo el predicador, recordando lo que Santa Teresa de Jesús escribió a sus monjas en el Libro de las Fundaciones: Hermanas, “entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor”. “El Señor del Universo, se mueve en la cocina del monasterio, entre jarras, pucheros, platos, ollas y sartenes –dijo el P. Ronchi– Dios en la cocina, designa llevar a Dios a un territorio de proximidad… Si no lo sientes casero, es decir, en las cosas más sencillas, es que todavía no has encontrado al Dios de la vida. Estás aún con la representación racional del Dios de la religión”.
La experiencia del Dios cotidiano es uno de los mayores retos que hoy tiene planteados la Iglesia: se trata de “pasar de una espiritualidad basada en la lógica de lo extraordinario a una mística de lo cotidiano”.
María es, en esto, nuestro modelo. Ella es la que nos recuerda que “la fe o es gozosa confianza o no es fe”, es ella la que nos enseña que “tener dudas, hacer preguntas es una manera de mantenerse delante del Señor con toda la dignidad humana”.
“En ninguna parte se dice que la fe granítica es mejor que la pequeña fe tejida de preguntas, –concluyó el P. Ermes Ronchi– basta que sea auténtica”.
Fuente: Radio Vaticana