Creo que Dios, el que de niños temíamos por castigador o idolatrábamos como benefactor, no quiere ni desempeña esos papeles. Seguro que está deseando que soltemos el cordón, que dejemos de pedirle y que nos desarrollemos feliz y creativamente por nuestra cuenta, exactamente igual que un padre cualquiera.
Ni siquiera espera que le demos las gracias por nada. Le basta con que seamos felices :-). Estoy por afirmar que no necesita que le llamemos Dios; me ha chivado un pajarito que le gusta más Amor.