El dios único era autocrítico, se lo había buscado, había degradado a sus haters insumisos y se había marchado del grupo familiar de dioses del WhatsApp harto del cotilleo incesante sobre el espectáculo insensato, lujurioso y excéntrico de sus parientes del Olimpo. La verdad es que casi prefería a las deidades egipcias, hindúes o amerindias aunque por ser tan complicadas, retorcidas y extravagantes le daban algo de miedo. Con ellas siendo extrañas, es mejor mantener las distancias.
Le quedaban sus asesores, pero uno ya sabe de que sirven los asesores cuando hay un macho o una hembra alfa en el cotarro. Además cada vez que los llamaba tenía que consultar el listado de jerarquías para no confundirse y evitar una nueva subordinación de los agraviados. Nueve clases de ángeles, desde los serafines hasta los ángeles rasos, una barbaridad. Menos mal que le dejaron a Gabriel, un simple arcangel, como consejero aúlico de cabecera.
- No te puedes imaginar lo que es esto, Gaby.
- Los humanos le llaman la soledad del poder- contestó el solícito asesor, experto en asuntos mundológicos.
- ¡Qué sabrán ellos de la soledad del poder! Para soledad la mía. Cuando lo sabes todo y conoces lo que va a pasar hasta en el último rincón del universo. Cuando nada ni nadie te va a sorprender. Cuando el tiempo y el espacio son conceptos sin sentido. Es mucho, Gaby, créeme, Tú por lo menos tienes a los humanos y te diviertes participando en sus nimios asuntos.
- Entre ellos está de moda un videojuego que se llama Los Sims, que simula la vida humana. Quizás usted podría echar una partida con humanos de verdad para divertirse un rato. Yo le podría enseñar a hacer triquiñuelas con su destino.
- Tú ya sabes que no me gusta meterme mucho en sus cosas, que luego se matan por mí, sin que yo se lo haya pedido.
- Usan su nombre en vano, Jefe, aunque le llamen de mil formas. Para ellos usted es solo una excusa para sus tropelías.
- ¿Qué podemos esperar de esa gente, Gabriel, si ni siquiera respetan el primer Mandamiento del convenio que hice con Moisés?
- Eso si que no lo logro entender, los Community Manager de la Biblia son magníficos transmisores.
- Soy un dios absoluto y como no hay división de poderes, no puedo denunciar por difamación a unos insignificantes mortales sin que me acusen de autoritarismo.
- Jefe, van a morir, rendirán cuentas entonces.
- Pero si no creen en nada, Gabriel, todo es un puro paripé y menuda pandilla de intermediarios tengo, esos que dicen ser mis representantes entre los hombres.
- Usted no los eligió, Jefe, se atribuyen una representación que no les corresponde. Las iglesias, papas, patriarcas, ayatolás, muftis, rabinos y el resto de la parafernalia religiosa no tienen nada que ver con nosotros. No responden a la realidad.
- ¿La realidad, Gaby? La realidad no existe. ¿Somos nosotros reales o somos el producto de algún creador desconocido? ¿Y si ésto no fuera más que un texto chorras de un tipo cualquiera, intentando hacerse el ingenioso cuando comienza el Fin de Semana de Carnaval?