Si Dios está en todas partes, entonces no hay lugar donde no esté. Esto también te incluye a ti. Una vez conectas con este entendimiento, recobras la capacidad de dominar tus energías.
En lugar de verte como algo separado del milagroso poder de Dios, reivindicas tu divinidad y reclamas toda la potencia de Dios. Cuando comes, estás ingiriendo a Dios y nutriendo a Dios. Cuando duermes inhalas a Dios y le dejas descansar. Cuando haces ejercicio, mueves a Dios y al mismo tiempo le fortaleces.
No son las cosas, los acontecimientos, las circunstancias y las opiniones de los demás los que te hacen sentir incómodo e inestable, es la forma en que empleas al Dios que hay en ti, a tu yo invisible, para procesar aquellas cosas que determinan tu felicidad, ¡no es más que eso!
Date cuenta de que Dios está en ti, contigo, detrás de ti, delante de ti y que puedes sentirlo en todas partes, especialmente en tus opiniones sobre las cosas que te suceden.
Para que estas dos antiguas observaciones te puedan ser de utilidad, empieza por:
• Recordar diariamente que eres una creación divina y que tienes derecho a ser tratado con amor por los demás y por ti mismo. Al sentirte conectado a Dios, en lugar de creer que estás separado de Él, sentirás mayor respeto hacia ti mismo.
• Practica regularmente rituales que te ayuden a afirmar la presencia de Dios en ti y en todo lo que haces. Bendice la comida y da gracias, y cuando lo hagas, recuerda que estás alimentando a lo divino. Del mismo modo, cuando hagas ejercicio visualiza la energía de Dios en todas tus células.
• Da gracias por todo lo que recibes, incluyendo la lluvia, el aire, el sol y las tormentas, como quiera que se manifiesten. La gratitud es una forma de reconocer al Dios que hay en todas las cosas.
• Abandona cualquier tendencia a culpar de tu desdicha a las circunstancias externas. Cuando te sientas molesto, pregúntate: «¿Cómo puedo cambiar mi actitud hacia este suceso y eliminar el malestar?». Luego, ponte manos a la obra hasta que la culpa desaparezca. Esto se puede conseguir bastante rápido si estás dispuesto a eliminar de tu vida a los culpables y entar en contacto con Dios, como Epicteto nos animó a hacer hace dos milenios.
1940-2015
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