Revista Opinión

Dios no está muerto, ha resucitado

Por Campblog

Dios no está muerto, ha resucitado
Una vez más volvemos a encontrarnos para orar con la palabra de Dios, pero primero deseo que tengas una feliz Pascua de resurrección, pues hoy Jesús ha resucitado en nosotros, Jesús quiere resucitar cada año en tu corazón y en mí corazón; Resurrección significa volver a levantarse, creer en la resurrección es afirmar que alguien -y alguien de nuestra historia- está "lleno  de vida", ese alguien es Jesús, y en esta ocasión quiero celebrar contigo este momento de su resurrección en San Mateo capítulo 28, versículos del 1 al 10, y dice:
1 Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. 2 De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. 3 Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. 4 Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos. 5 El Angel dijo a las mujeres: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba 7 y vayan en seguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán». Esto es lo que tenía que decirles». 8 Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.9 De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. 10 Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». Palabra del Señor.
El misterio de la resurrección de Jesús es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya san Pablo, cerca del año 56, escribió en su primera carta a los Corintios: "Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día; que se apareció a Cefas y luego a los Doce: "(1 Co 15, 3-4). Aquí San Pablo al hablar de Cefas se refiere a Pedro. El apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión en camino de Damasco (cf. Hch 9, 3-18).María Magdalena y compañía, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron las primeras en encontrar a Jesús Resucitado, y es que la muerte de Jesús derrumbó esperanzas. Frenó anhelos y proyectos. Los que lo habían acompañado, además del miedo lógico, natural, ante la suerte de aquel que seguían, sintieron una inmensa sensación de frustración.El último recuerdo del lugar, las últimas imágenes almacenadas en la memoria eran contundentes. La realidad de la muerte, dramática, cruel, se percibía elocuentemente separada de la continuidad de la vida por una pesada roca.Jesús en su resurrección necesitó que esa primera roca no existiera, que ese primer obstáculo no entorpeciera su camino.  La resurrección, entonces, puede ser quitar las rocas que entorpezcan el camino de Dios que vive. El Viernes Santo termina en un sepulcro y una pesada roca sellando la entrada. Mientras persista esa roca no se siente la plenitud de la resurrección, nos quedamos en tinieblas, en lejanía."Jesús está vivo, ha resucitado", y nosotros por medio de la resurrección estamos llamados a vivir en alegría, dice San Ignacio de Loyola: "La alegría es un don del espíritu del Resucitado y tal alegría debe ser desinteresada, que es experiencia de Dios, la cual es equivalente al puro gozo del amor más desinteresado por el bien ajeno, que da acceso a la gracia de la salvación; Y todos que hemos sido consolados por Dios, estamos llamados a vivir en consolación, vivir en consolacion es vivir en alegría, en humildad, en realismo, en el amor de Dios, y lo contrario a la consolación es la desolación, es decir, vivir en desazón, sentir odio, tristeza, miedo, tentaciones, pereza. El pecado siempre deja tristeza, nos deja vacíos, pero Dios nos habla en nuestro propio pecado, así como le habló a Caín cuando mató a su hermano Abel, Dios te habla en tu propio pecado, para Él no hay obstáculos, a la mujer Samaritana le dijo: -bien, ahora ve y trae a tú marido, y ella le dice: -pero Señor no tengo marido, y Jesús: -haz dicho bien, porque cinco maridos haz tenido y con el que vives ahora no lo es; A Mateo cuando Jesús le dice: -quiero cenar hoy en tú casa, y estando ahí en compañía de más hombres y mujeres les relata la parábola del hijo pródigo; y muchos momentos más donde vemos el interés que tiene Jesús en resucitar en tí y en mí.En Jesús puedes comprender que solo el amor es capaz de transformar el dolor, la enfermedad y el sufrimiento en una ofrenda amorosa que trae salvación, sanidad y alegría en nuestra vida para poder decir al mundo entero que Dios no esta muerto, ha resucitado.Tu Amigo, Daniel Espinoza¡Consuela a mi Pueblo! Blog

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