Revista Religión
Leer | LUCAS 5.1-11 | Un simple pescador se convirtió en uno de los principales fundadores de la iglesia primitiva al ser obediente. Simón Pedro se comprometió a seguir a Jesucristo, y recibió muchas bendiciones como resultado.
Después de una noche infructuosa en el mar, Pedro estaba cansado y desanimado. Pero cuando el Señor Jesús le pidió prestada su barca, él estuvo de acuerdo. Y cuando el carpintero le dijo al pescador que echara las redes para pescar, Pedro obedeció a pesar de su experimentado criterio. Su obediencia al Señor le produjo una ganancia inmensa, y mejor aun, vio a Jesús como lo que era: el Señor.
Así como sus redes se ensancharon con la desbordante pesca, la fe de Pedro también se hizo más grande ese día. Estaba tan seguro de la autoridad de Jesús, que renunció a las herramientas de su oficio y se convirtió en un “pescador de hombres” (vv. 10, 11). Y con el tiempo vinieron más recompensas: milagros en nombre de Cristo (Hch 9.33-42).
La obediencia era el estilo de vida de Pedro; cuando el Señor le decía que hiciera algo, no se dilataba (Mt 16.15-17). Sabía quién era Jesús, y ayudó a establecer la iglesia sobre el firme fundamento del mesiazgo de Cristo. Pedro predicó en Pentecostés (Hch 2.14-36), llevó el cristianismo a los gentiles (11.1-18), y escribió dos epístolas de la Biblia.
A veces, pensamos: ¿Cómo puede Dios usar a alguien como yo? La vida del apóstol Pedro demuestra que el Señor prepara a quienes Él llama. Y cuando un creyente obedece fielmente, Dios lo recompensa.
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