Revista Psicología

Dios te hace ser, las personas te hacen estar

Por Rms @roxymusic8
(Image source: brandonschoen.com)

(Image source: brandonschoen.com)

Tengo una amiga que me incita a escribir. Ella no lo sabe pero cada vez que me envía artículos, algún vídeo o foto, consigue abrirme el apetito literario. Hace apenas dos días encontré en mi bandeja de correo dos artículos. Uno era una entrevista al papa Francisco y el otro era una referencia a un libro de éste por Julián Carrón. Los temas que allí se trataban tocaron mi corazón porque hablaban de la belleza de la vida y de las relaciones personales. En los dos artículos se palpaba vivamente una apertura hacia la persona y hacia la realidad que envuelve y vive ésta. Además, esas palabras leídas pusieron luz a la experiencia personal que cada una estamos viviendo, y dieron lugar también al título de esta entrada. Quizás hay mucho detrás de esa simple pero profunda afirmación. Sí, es una afirmación no una hipótesis cualquiera porque la estoy haciendo vida y porque tú puedes vivirla si quieres. Dos artículos, unas palabras y una experiencia han tenido la culpa de todo esto.

“Los jóvenes no saben quiénes son”. Julián habla de una indecisión crónica donde cada joven piensa que la madurez es un nivel de renuncia y por tanto mejor no asimilar lo que le rodea; sólo vive acumulando experiencias sin ningún orden ni sentido. Contraargumenta que los jóvenes tienen que ponerse en camino para salir de ellos mismos porque si no, se anulan o se corrompen; porque para despertar del letargo necesitan estar en relación con la realidad y para despertarles el interés necesitan de la implicación del otro, de su testimonio de vida. En ese aspecto el papa Francisco habla de “salir a las periferias” para conocer el alcance de la realidad que nos envuelve, para confrontar nuestra vida, valores y principios. Para hacerlos fuertes o cambiarlos, porque es esa la única forma de no centralizar todo en nosotros mismos y perder el miedo a relaciones personales que tengan como base el afecto pues necesitamos el contacto físico sano.

Quizás sea difícil verlo pero es porque uno no se ha parado a echar un vistazo general a su vida, la pasada y la actual. Quizás no ha visto el bien o el que ha dejado de hacer en determinados momentos. O no lo ha visto o no lo ha querido ver. Quizás nadie le ha dicho a uno lo agradecido que está de tenerle en su vida o qué cosas no le han gustado nada de su comportamiento. Quizás piensa que con tal de ir tirando, viviendo aquí y allá, siguiendo las etapas académicas y no enrolarse con el ambiente era lo que tenía que hacer. Quizás fue todo lo contrario y se metió de lleno, tanto que olvidó por qué lo hacía. Y más importante, para qué. Si se buscaba a él mismo o en esa búsqueda también metía al otro. La realidad de uno está para vivirla, el estar en el mundo es para palparlo, querer vivir depende tanto de uno como de las personas que se tienen alrededor, porque a veces nuestras propias fuerzas no son suficientes.

Cuanto más se vive, cuanto más se contacta. La realidad de uno es real cuando decide formar parte de ella porque toma decisiones que salen de su voluntad e inteligencia. Es curioso ver en la televisión o leer en el periódico, e incluso escucharlo en vivo y en directo, tantas personas que no quieren ver su realidad, y encontrarse al mismo tiempo con otros que no la han visto o no han participado en ella no porque no quisieran, sino por tener que experimentar otras vivencias que le tocaron vivir hasta la fecha. Si uno vive, si uno vive su realidad y es consciente de todo, hay mucho menos miedo al fracaso, a la incertidumbre, a saber si se está haciendo bien o mal. El miedo aparece cuando nos ponemos a pensar en humano y vemos sólo limitaciones que nos impiden avanzar y engrandar nuestro corazón. Cuando uno sabe que está con Dios, cuando sabe que está en buenas manos y las personas que se tienen alrededor ayudan con su testimonio de vida, uno es más consciente de su realidad y la del otro. Las personas te hacen estar, Dios te hace ser.

Nos preguntamos muchas veces el “qué hubiera pasado si hubiera o si no hubiera….” hecho o dicho tal cosa y nos olvidamos del valor que tuvo ese hecho o esas palabras en las personas que somos hoy. Nos arrepentimos con ánimo triste y nos olvidamos del valor que tuvo esa acción en las personas que hoy somos. Nos queremos ver limpios sin ningún tachón en nuestra hoja de vida. Y no hemos entendido nada. ¿Qué cambio hubieras dado si no te hubieras encontrado con esa persona que con su testimonio de vida, lleno de miserias y destellos de perfección, abrió tus ojos y llenó tu corazón de esperanza? Dios no nos quiere perfectos, nos quiere como somos. Él es el único perfecto y el que pone brillos de perfección, de vez en cuando, en nuestra vida para que iluminemos a otros. Dios no quiere “hubieras” sino quiere que busquemos el sentido de todo cuanto nos sucede porque todo está conectado con líneas de amor, no de destrucción de la persona. Dios no quiere que nos arrepintamos sin más sino que lo hagamos con una actitud de cambio, con un espíritu alegre, renovado y confiado. Dios no nos quiere limpios sino que queramos tener nuestro corazón, alma y mente lejos de tanta miseria que tira para abajo y que les devolvamos la pureza. Una vez y otra, y las que hagan falta.

Si uno no es consciente de su realidad no puede ser testimonio y luz para otros. Pero para ello, uno tiene que ver el sentido de todo cuando ha vivido y está viviendo para sacarle el brillo de perfección que Dios siempre da a toda vida humana. ¿De qué sirve tener una vida y no ser vivida en primera persona? Las personas nos sostenemos por nuestros testimonios porque cada consejo, cada reflexión, cada palabra que te dirige otra persona viene de su experiencia de vida y todo eso se valora más que un manual o libro de autoayuda. Igual les pasa a los demás con nuestro propio testimonio de vida, lo agradecen por ser auténtico, por haber sido vivido y experimentado en primera persona. Esas palabras llegan, esos actos convencen y esa amistad es un tesoro. Sólo así, con el propio testimonio, uno se está dando como persona y, por tanto, está viviendo su realidad.


Volver a la Portada de Logo Paperblog