Revista Diario

Dios y las peluqueras

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
Dios y las peluqueras
El séptimo día Dios descansó. Y el octavo. Y el noveno. Pero, al llegar la mañana del décimo día, Dios se aburría como una ostra. Y su cerebro empezó a barruntar: "A ver...ya he hecho que la mujer se ganara el pan con el sudor de su frente (que la frente y las axilas del hombre, por mucho Axe que se ponga, no da para pagar la hipoteca), he hecho que paran con dolor (daos cuenta de que faltaban siglos para que la epidural apareciera), he hecho que sufran la regla en mensualidades, en lugar de al contado... ¿Qué puedo hacer ahora? ¡Ya sé! Voy a hacer que nunca, nunca tengan el pelo a su gusto." Y Dios inventó a las peluqueras.- Hola, vengo a cortarme las puntas - ZAS. Y te quedas sin orejas.Yo lo sé. Sé que las peluqueras son un castigo divino a la coquetería femenina. Y aún así, caigo una y otra vez. En realidad, la culpa la tiene mi santo, que es un brasa tipo II. Y que, una vez mi pelo tiene la longitud necesaria para hacerme una sufridísima cola de caballo, empieza a decirme: "Córtate el pelo, anda, córtatelo". Y, al final, por no oírlo, cedo. Dicho sea de paso, así consiguió que empezáramos a salir. Y así consiguió que me quedara embarazada de Susanita. Él es de "el que la sigue, la consigue". Así que, al final, claudico y voy a la peluquería, con mi pelo que es, como se dice por estas tierras, un poco "pelo-cuca", ni liso, ni rizado, sino todo lo contrario. Y siempre, siempre me dejo convencer por esa serpiente en el árbol, que es la peluquera:- Venga, mujer, hazte este corte tan mono, que te favorece.- Sí, pero es que, luego, a mí no me queda igual, ni de coña.- Sí, niña, tu coges un poco de espuma así y así - dice, dando pequeños apretujones a mi pelo, demostrándome que es cierto lo que dice - Y te queda superestupendo, sin necesidad de secador ni plancha ni nada.- Vaaaaale - digo, rindiéndome al enemigo, porque soy tan tonta que siempre me digo que, en el fondo, allá en el fondo, todos somos buena gente.Al día siguiente, después del lavado, sigo los superestupendos consejos de la peluquera. Me pongo un poco de espuma y esponjo los rizos como me ha enseñado. Feliz, me miro esperanzada en el espejo. Pero la sonrisa se me queda congelada. Parezco Ronaldinho en sus peores días (cuando se le acababa la provisión de natillas y se tiraba de los pelos). AAAAAAHHHH. Deseperada, recurro al secador, pero no sé si es mejor el remedio que la enfermedad. Ahora, soy el clon de Camilo Sexto.Afortunadamente, trabajo con gorro.

Volver a la Portada de Logo Paperblog