Revista Opinión

Diplomáticos canadienses afectados por “ataques acústicos” en Cuba rompen el silencio

Publicado el 20 noviembre 2018 por Tablazo Tablazo Cubanoti @tablazocom
Diplomáticos canadienses afectados por “ataques acústicos” en Cuba rompen el silencio

De acuerdo con un reporte de Diario de Cuba que cita al medio canadiense The Globe and Mail, se trata de una docena de empleados de la embajada y sus familiares, incluidos ocho adultos y cuatro niños que, sin revelar su identidad, hicieron públicos por primera vez los "aterradores" momentos vividos en la Isla.

Muchos de ellos señalan que sus vidas han empeorado tras la ocurrencia de los misteriosos "ataques" y reconocieron que les había sido difícil obtener atención médica especializada.

Los diplomáticos canadienses y sus familiares fueron afectados por el conocido como "síndrome de La Habana" que inhabilitó a dos docenas de empleados de la embajada de Estados Unidos en La Habana, por lo que el Gobierno canadiense anunció que retiraría a las familias del personal enviado a la capital cubana.

Sin embargo, a diferencia del Departamento de Estado de EEUU, proactivo en función del esclarecimiento de los hechos, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá se ha mantenido en silencio sobre los "ataques", algo que no ha pasado desapercibido para los diplomáticos de ese país.

"No esperábamos ser abandonados, o más precisamente, sacrificados. Así es como nos sentimos ahora", comentó uno de los empleados afectados.

En la primavera de 2017, los diplomáticos comenzaron a experimentar casi simultáneamente síntomas que incluyeron sangramiento nasal, ruidos en los oídos, náuseas, mareos, dolores de cabeza incapacitantes, entre otros síntomas que solían ser más intensos durante la noche, en sus hogares. Los afectados representaban alrededor de un tercio del personal de la sede diplomática.

Luego de meses de presiones para que la embajada reconociera sus síntomas, y después de hacerles exámenes médicos, fueron diagnosticados con un daño cerebral similar a la contusión, aunque sin presentar traumas físicos.

En respuesta a sus demandas, el vocero de la ministra de Exteriores, Adam Austen, dijo que su departamento está "profundamente preocupado" por esos problemas de salud, y que está "explorando cualquier posible causa. Continuaremos haciendo todo lo que podamos para dar asesoría y apoyo a quienes están bajo tales circunstancias".

Varios de los afectados siguen sufriendo síntomas debilitantes. Algunos han regresado a empleos de oficina en Ottawa, a tiempo completo o parcial, pero otros no han conseguido volver al trabajo.

La publicación canadiense tuvo acceso a la correspondencia entre los diplomáticos y funcionarios del Gobierno canadiense que revela una negociación constante en la búsqueda de ser sometidos a tratamiento y diagnóstico en Ottawa, Toronto, Halifax y Philadelphia, donde un equipo especializado de la Universidad de Pennsylvania ha desarrollado una serie de pruebas para diagnosticar este desorden neurológico.

Pero hasta hoy, el ministerio de Exteriores ha dicho poco al respecto: apenas una declaración de prensa y un par de breves declaraciones a reporteros acerca de las investigaciones sobre los incidentes. La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, se negó a realizar comentarios sobre el tema.

Los diplomáticos alegan que el silencio de Ottawa responde a su relación "estratégica" con el régimen cubano y aseguran que los vínculos con La Habana persiguen claros objetivos comerciales y políticos.

"Temen enojar a Cuba por la candidatura de Canadá a un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU", señalaron los funcionarios, quienes recordaron que la nación norteamericana se encuentra en medio de una intensa campaña para ganar un asiento rotativo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En ese sentido, Cuba es considerada vital para los votos de la ONU, ya que tiene influencia sobre muchos estados miembros de la ONU de África y América Latina.

Es altamente inusual que diplomáticos por debajo del cargo del embajador hagan declaraciones a los medios, a menos que se trate de funcionarios de comunicación. Hacerlo es considerado una brecha muy seria en un ámbito profesional donde el secreto y la confidencialidad son esenciales.

"Sabemos que la política exterior no tiene que ver siempre con la trasparencia", dijo uno de los diplomáticos. "Pero no cuando ello viene en detrimento de nuestra familia, nuestra salud y seguridad. Ahí es donde debemos dibujar la línea. No es aceptable ser la oveja sacrificada. Esa no es una solución."


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