Ayer me entrevisté con un empresario que se quejaba de que no encontraba los directivos adecuados. Unos cumplían con el perfil humano y otros con el perfil ejecutivo, pero ninguno conseguía el equilibrio entre ambos que él consideraba adecuado.
Por perfil humano entendíamos la capacidad de aglutinar al personal y de hacer equipo, de comprometerse con la empresa y ser generoso con los demás. Con perfil ejecutivo identificábamos la capacidad de decir no, de negociar y cerrar acuerdos, de vender y de orientar los negocios hacia el beneficio.
Muy a menudo me encuentro con directivos de uno u otro perfil, pero muy pocos que combinen ambos perfiles. No es fácil.