Discapacidad según para qué

Vuelvo hoy a hablar de algo sobre lo que ya he escrito varios post y lo seguiré haciendo mientras ocurran cosas como las de la pasada semana. El Ministerio del Interior ha vetado el acceso a la Policía Nacional a todas las mujeres que padezcan endometriosis. Así lo refleja el decreto que actualiza las exclusiones médicas para los aspirantes a obtener una plaza en este cuerpo.

La situación difiere en el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La Guardia Civil y el Ejército contemplan esta exclusión solo en aquellos casos en los que la enfermedad resulta incapacitante, algo que no diferencia el decreto para la Policía.

Ante esta situación surgen muchas cuestiones y alguna que otra evidencia. Las dejo aquí para la reflexión:

• La endometriosis no tiene cura, pero tampoco el sector público fomenta investigaciones serias para una patología que, en este caso, es motivo de discriminación. No existe cura, no existe tratamiento efectivo como tal y quienes investigan en España lo hacen con voluntad y su propio dinero.
• La ignorancia sobre la enfermedad es tal que un ministerio no es capaz de diferenciar sus grados y las consecuencias que tiene en cada una de las enfermas.
• No puedes acceder a una plaza en la Policía bajo ningún concepto, pero la endometriosis no entra en el baremo de reconocimiento de la discapacidad. Muchas de las mujeres tienen que llegar a los tribunales para que se les reconozca y no siempre es así.
• ¿Por qué no se entiende de forma rutinaria el calvario de un gran número enfermas cuando por otro lado son expulsadas de algunas profesiones sin atender a la individualidad?
• ¿Si la enfermedad afecta a más de un 10 % de mujeres, cuántas quedan excluidas?
• El sistema no es capaz de dar una respuesta adecuada a muchas enfermas para que no lleguen a tener que renunciar a su vida y, sin embargo, se les cercenan oportunidades.
• ¿Hasta qué punto estas llamadas 'exclusiones médicas' no forman parte de una sociedad desactualizada?

Seguro que hay muchas más aristas que se me escapan y muchas más preguntas sin respuesta. De momento, nos queda seguir luchando para que exista atención médica adecuada, diagnóstico certero y más dinero para investigar una enfermedad que afecta a una de cada diez mujeres en el mundo.