En pleno apogeo del folk costumbrista en catalán, es bonito y sobre todo sano, que aparezcan discos como este, de caracter más intimista e introspectivo.
Un trabajo que se podrá guardar en la estanteria junto al Trucar a casa. Recollir les fotos. Pagar la multa de Mishima, por sus canciones con una instrumentación minimalista y de letras casi recitadas y a cual más bonita.
Debo confesar que me produce absoluta debilidad algo tan delicioso como Aquest és el mateix mar, con esos coros femeninos de delicadeza abrumante, casi como cantes de sirena y esas trompetas tan requetebien insertadas en la canción para formar un todo increible.
Sublimes casi como la anterior, delicias como El boig del cavall, de regusto folk más clásico y reconocible; Els nens soldats, donde unos coros infantiles dan las dosis justas de misterio y de paz para hacerte flotar en el aire al ritmo de los acordes de una guitarra acústica.
No hay canciones peores en este disco, solo una pugna a ver cual es más rematadamente preciosa y escucharlo es todo un goce para todos los sentidos. Quiero decir con esto, que hacía tiempo que no era tan capaz de recomendar un disco, a riesgo de no equivocarme y que no le guste a alguien, cosa que si sucede, me hará dudar del gusto de esa persona.
Cono dicen ellos mismos, sus canciones se escuchan como la caida de una avioneta en medio de un bosque, y tu estás ahí para escuchar como cae.
Absolutamente exquisito.