Que conste en acta que he seguido a Ben Harper desde su lejano primer disco y con los últimos, mi admiración se había transformado en indiferencia, y creo que fué por culpa de verle en directo.
El concierto se me hizo eterno, viendo como alargaba canciones hasta la saciedad en pos del virtuosismo y lastrando las ganas de repertorio de los presentes.
En este último trabajo, mi visión no cambio en exceso, ya que sigue bastante coñazo, para que engañarnos, y solo se atisba vida en los ramalazos eléctricos de guitarra de contadas canciones, tales como el single Rock'N'Roll Is Free, donde nos da una lección de rock y de estilo propio con todas las de la ley; más aguerrido se muestra en la fiera Cleary Severely o en esa disfrutable delicia con alma de blues que es Dirty Little Lover.
El resto, píloto automático puro y duro, de un artista al que siempre exigiríamos más los que creemos que va sobrado de talento, y echamos de menos con nostalgia canciones redondas y simples como sus clásicos Steal My Kisses, Burn One Down o With My Own Two Hands.
No perderé la esperanza...creo.