Como ya saben los que hace tiempo que nos siguen, y para las nuevas incorporaciones, se están a punto de enterar; la actualidad más rabiosa no es nuestra máxima prioridad. En el caso de este artículo, dónde hablo de un disco publicado el año pasado, se demuestra sobradamente.
El pasado 26 de junio tuvo lugar la entrega de los Premios de la Música Independiente con un ganador absoluto: El Columpio Asesino. Cinco de los seis galardones a los que aspiraban se los llevaron a la saca, entre ellos el de "Mejor Canción" del Año por Toro, "Mejor Álbum" de Rock por Diamantes o "Mejor Directo", entre otros.Todos estos datos previos no quieren sino ser el arranque sobre el que cimentar nuestro pequeño homenaje a esta banda inclasificable en su estilo, arriesgada en su propuesta y efectiva en su puesta en escena sobre los escenarios que pisa.Los hermanos Arizaleta han protagonizado parte de los momentos más inquietantes del panorama musical patrio de la última década, con su literatura siniestra, ritmos post-punk (por encontrar una definición que aglutine su propuesta), y sus guiños electrónicos actuales. Estos chicos se han ido ganando paso a paso el título de banda de culto, veterana por su recorrido, pero hambrienta aún de nuevos retos. Con Diamantes, parece ser que se han acercado mucho a lo que vienen buscando desde su nacimiento como banda. Disco sombrío, con momentos llenos de guitarras punzantes y distorsionadas; bajos impetuosos, baterías desbocadas, bases electrónicas y reparto de las voces entre ÁlvaroArizaleta y Cristina Martínez, la cual coge cada vez más protagonismo y le da otro aire a las interpretaciones de los pamplonicas.Tenemos a Perlas como inicio armónico del álbum, con el bajo como protagonista en la sombra, guitarras perturbadoras y la voz etérea femenina casi subterránea, como queriendo inyectar ternura dónde reina lo decadente y espectral.Toro, superhit oscuro, casi negro, con brillantes ramalazos a lo banda sonora de Spaghetti Western. Duelo vocal bajo el sol, con Cristina (guitarra y voz) como ganadora aplastante del mismo. Seguimos con la canción Diamantes, donde abunda la carencia repetitiva del punteo de notas a la guitarra. Tema cuyo ritmo va avanzando in crescendo, diluyéndose al final hasta desaparecer de la mano del órgano.En Corazón Anguloso mezclamos vaporosidad vocal de fondo con potencia guitarrera y batería descontrolada a partir de la mitad del tema. Seguimos con puro electro-punk en On The Floor, genial versión de la homónima canción de We Are Standard. Con Dime que Nunca lo has Pensado entramos en un deja-vu al recordarnos, en gran parte de su metraje, a la mítica La Estatua del Jardín Botánico de Radio Futura.Pasamos a la cara más melódica y amable de El Columpio Asesino y de paso encaramos la parte final del disco. Con MGMT encontramos un remanso de paz dentro de la angustia imperante. Llegamos a la segunda versión del disco, Cisne de Cristal, fantástica adaptación al castellano de The Endless Plain of Fortune de John Cale. Y echamos el cierre con la instrumental MDMA, que cuenta con ocasionales apoyos en forma de ecos vocales formando, en su conjunto, un precioso experimento electrónico.Y es que ya lo dicen ellos, en cada disco intentan encontrar aquel sonido donde poder mostrar sus inquietudes de manera más personal y identificativa, aquellos rítmos que reflejen mejor su desasosiego musical, perturbador y estimulante.