Segundo disco del ex-Migala, Abel Hernandez, y como el primero, una verdadera delicatessen.
Con Madrid como telón de fondo, hurde historias de amores, desamores y todo lo demás, con un folk extremadamente sensible, aunque más pop en cualquier caso que en el trabajo anterior.
En la producción, ese pequeño genio llamado Raúl Fernandez, para muchos solo reconocible como Refree, dotando a las canciones con ese toque personal y único y de unos arreglos que rozan lo sublime.
Atentos a la maravilla, anclada en el pop de raiz británica, ritmo marcial incluido, que es Siempre ella, donde canta a un amor perdido (o huido), que nos puede recordar a los The Beatles del Sgt Peppers. No menos espectacular es la titular del disco, Quebradizo y transparente (Madrileña), mi favorita, donde es capaz de doblegar al más duro de los mortales con solo escuchar esa bonita guitarra, y esa letra entre real, surreal y amarga. Simplemente preciosa.
Que fácil ceder también a los encantos de El hada de los dulces, brillante cuento moderno, a ritmo de acústica, piano y pandereta o la muy bien elegida como single, Balada Baladí, con una letra simplemente única, que nos demuestra que lo suyo ( y claro, lo de Refree) no es moco de pavo y que como decía en alguna canción algún grupo de mierda, andamos justos de genios.
Discazo disfrutable y recomendable al 100%, aunque cuando se alinean las estrellas solo suelen suceder grandes cosas, y aquí se da el caso, por no perder las sanas costumbres.
Podría incendiarme como un rubí, palidecer, oir delfines...