Siempre es buena noticia que haya nuevo disco de quién es para mi una de las voces más emocionantes de este país de pandereta que ensalza a cantantes de flamenquito absurdo e ignora a los verdaderos talentos.
Para Cooper & Gold, Fuentes se viste de crooner con alma hardcore, y no hay más que ver las estructuras de las canciones para ver que serían mísiles con unas cuantas revoluciones más.
Acompañado de Bernat Sánchez al piano, y él armado de su guitarra y la magia que sale de su garganta, desgranan una ristra de temas a cual más brutal.
Deep River, mi favorita, y una de las más rítmicas, dejaría en pañales a los muy en boga Mumford & Sons con su forma de rasgar las cuerdas; la más pop Drop Me A Line, que me recuerda al rollete de ese genio llamado Ben Folds, o la inmensa versión de It Was A Very Good Year conocida por la interpretación de Frank Sinatra que aquí toma otra dimensión (quizás más profunda), dejarían K.O. al más pintado.
No quisiera olvidarme de Unspoken, que no hubiera desentonado para nada en un disco de The Unfinished Sympathy, donde Sánchez teclea como si le fuera la vida y el protagonista de la reseña saca la voz desde lo más profundo de su alma.
Está claro que a Eric Fuentes le quedará bien cualquier traje musical que se ponga, por lo pronto este convence y llega a los adentros de quién tenga a bien darle al play.